La noticia ha pasado sin pena ni gloria,
que estamos todos enredados en temas de “más altura”. Como si hubiera algo más
alto que recuperar el estudio, el conocimiento y la difusión del pensamiento de
quienes nos han traído hasta aquí y han hecho el mundo como es, con sus
aciertos y sus errores, pero nuestro mundo, al fin y al cabo.
Las Cortes de Castilla-La Mancha han
decidido traernos de vuelta a Platón y a Sócrates, a Aristóteles, a Epicuro, a
Sartre, a Marx… A todos los que el
incalificable ministro Wert, que dios confunda, envió al exilio más cruel, al
del olvido, decretando que cualquier joven podría cursar la educación
obligatoria y salir sin haber visto los fundamentos que estructuran el
pensamiento occidental, desde los clásicos hasta nuestros días.
Por decreto, decidieron que el amor por
la sabiduría, la filosofía, es una estupidez, un sentimentalismo absurdo; igual
que decretaron que las Humanidades, que el diccionario define como “Conjunto de
disciplinas que giran en torno al ser humano”, y que incluyen como la
literatura, o la historia, deben ocupar las mínimas horas posibles en la agenda
escolar, igual que la música o las enseñanzas artísticas. Todas eran “marías”
en unos planes de estudio que, por cierto, ofertaban un curso de Tauromaquia y Actividades Auxiliares
Ganaderas, que no sé si se habrá
puesto en marcha, pero que, a lo largo de dos mil horas lectivas, incluían prácticas
con carretón, o conocimientos para extraer el semen de un toro. Entre las posibles salidas profesionales del nuevo
título figuraban, además del de matador de novillos, el de peón agropecuario,
pastor y banderillero o picador. Mucho
mejor que estudiar a Platón y sus chicos, dónde va a parar.
Desde los griegos, los filósofos siempre
han sido la conciencia crítica de una época. Y son fundamentales para saber de
dónde venimos y hacia dónde vamos, en qué nos hemos equivocado y, sobre todo, qué tenemos que analizar,
pensar y hacer para corregir errores.
Hasta que decretaron que pasar un rato
con Aristóteles, con Sócrates, o con Platón o con Kant, con Rousseau y hasta
con San Agustín, es una pérdida de tiempo. Todos fueron expulsados de clase, con
el latín y el griego, las lenguas clásicas, que también fueron declaradas proscritas. Ahora, vuelve la
oportunidad de que las aulas se llenen de palabras sabias que, una a una, vayan
calando en nuestros jóvenes, tan necesitados de principios sabios que les
enseñen a hacerse las mil y una
preguntas que se hicieron antes los que durante estos años han sido
silenciados.
Por eso la noticia de la vuelta de la
Filosofía a las aulas tendría que haber sido portada en todos los informativos.
Que no estamos sobrados de buenas noticias, y ésta es de las mejores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario