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domingo, 13 de marzo de 2011

No volveré a burlarme de un japonés

Lo prometo. Desde ahora, voy a mirar con otros ojos a esos turistas disciplinados que siguen a un paraguas rojo en las calles de Toledo o de Madrid, que abandonan en fila india la plaza al tercer toro y que hacen fotos a todo lo que se mueve.
Estoy absolutamente impresionada, y creo que los japoneses están dando una lección al mundo enero en los trágicos días que están viviendo. Y que están siendo televisados al minuto.
Ni una escena de pánico, de desesperación. Gente caminando 20 kilómetros para llegar a sus casas, porque no funciona el transporte (ahora ya si, han tardado 24 horas en ponerlo de nuevo en marcha); otros esperando ordenadamente a que los "fumiguen" con yodo por el peligro nuclear, todos obedeciendo sin rechistar las directrices de las autoridades.
Impresionante, porque hablamos de terremoto, tsunami, posible accidente nuclear y un futuro muy muy incierto.
Todos sabemos, por las películas americanas de la Segunda Guerra Mundial, que los japoneses son duros, tenaces, obstinados, trabajadores incansables, disciplinados, incluso con cierta imagen de "borregos", si se me permite el símil, por siempre donde les mandan, sin discutir.
Pero están dando un ejemplo al mundo. Un país amenazado siempre por volcanes y terremotos; el único que ha sufrido en sus carnes dos bombas atómicas, el que ha resurgido de una guerra salvaje para convertirse en potencia mundial, nos está dando una lección.
Y se merece lo mejor, merece todo el apoyo para seguir siendo modelo. Para dar ejemplo.