Pensamientos, ideas, palabras que engulle la arena en el mismo instante en que se han escrito

domingo, 29 de abril de 2012

Contares (I): El rotulador rojo

Que no Cantares. Ni Proverbios. Más quisiera yo que parecerme a Don Antonio (Bueno es saber que los vasos sirven para beber, lo malo es que no sabemos para qué sirve la sed). No, lo mío son simples contares, tan simples que no vienen ni en el Diccionario, donde está todo. Son cosas que pienso, y que quiero contar porque son tozudas, están ahí dando vueltas y vueltas hasta que salen al exterior... y ya está. Se desvanecen.
Soy una juntaletras primaria, elemental porque escribo como bebo o camino, o como respiro.... Como necesidad vital. No concibo la vida sin escribir, como no la concibo sin oxígeno o sin agua. Mientras escribo, aprendo, me entiendo (a veces), e intento entender lo que pasa y lo que me pasa. Sin más pretensiones, ni menos, porque nunca olvido que escribo en la arena, y que todo se lo lleva el viento.
Y me he pasado en la introducción. Vienen los Contares

El rotulador rojo

Hay días en que me levanto pensando enfrentarme a la vida con un rotulador rojo. Uno de esos grandes, con la punta gruesa cortada al bies, para que los trazos sean más precisos. De los que miraba con envidia de pequeña-eran carísimos-salir majestuosamente del plumier de alguna niña rica, y con miedo de la mano de la monja poniendo cruces en los exámenes.
Siempre quise tener uno de esos. Eran cilíndricos y blancos, con la capucha roja. Y si te lo prestaban, era por poco tiempo, "porque se secan". Y a veces, venían en una bolsa de plástico con un compañero negro y otro azul. Eso ya era para nota.
Pero a mi me gustaba el rojo. Pensaba en qué se sentiría escribiendo con eso, subrayando los cuadernos, rellenando los vestidos de las princesas en los dibujos, tachando con energía las preguntas mal contestadas.
Entonces no había chinos. Hoy, por un euro, puedes salir a la calle con tres rotuladores rojos, por lo menos.
Y te puedes desquitar. Enfrentarte al mundo, a la vida, bien armada, y empezar a tachar todo lo que está de más. Lo que sobra para aprobar el examen de una existencia razonablemente feliz.

viernes, 27 de abril de 2012

LA CADERA REAL

¡Estoy de la cadera del Rey...! Como vosotros, supongo. Y esto no va de monarquía o república. Va de caderas, y de reyes. Y de asombro. ¿Pero es que este hombre no podría haberse quedado en su casa, en su sillita de ruedas y paseando por el pasillo con las muletas?
Pues no. Se pone a celebrar audiencias y esas cosas, y se nos rompe la cadera otra vez. A todos. Partes médicos, vuelve lo de los elefantes, lo de la princesa alemana, los debates sobre la caza, la abdicación, el perdón, la necesidad de absolución, que le ha llevado a retomar su agenda antes y con tiempo, el copago, el debate si te caes porque se rompe la cadera o se rompe la cadera porque te caes, el recuerdo de la abuela-la mía-que se fracturó el mismo hueso dos veces en cinco meses, el porqué ahora la silla de ruedas no será gratis (y las muletas tampoco)...
Vamos, como si no tuviéramos problemas como para distraernos en la articulación de un señor septuagenario, castigado por la artrosis, como todos y empeñado en vivir como un jovenzuelo inconsciente, con motos, esquí, cacerías en lugares remotos y audiencias. Para colmo.
No sé. ¿Querrá pasar a la Historia con un apodo algo así como el Incombustible? O Juan Carlos I el Perpétuo, o qué sé yo. Me vienen a la cabeza sobrenombres reales como Sancho de Navarra El Fuerte, Alfonso El Bravo, Jaime I El Conquistador. Y Favila, el Oso.
Pero también hay otros "apellidos" como El Pasmado, El Hechizado o el Prudente. Incluso hubo un rey Jorobado, no me acuerdo en qué época. Y El Doliente, Enrique III, siempre perseguido por achaques de salud.
No entiendo esa manía de que los Reyes y los Papas mueran ostentando la misma condición. Resistiéndose a la jubilación, aunque el cuerpo y la mente ya no respondan.
Digo yo que cobrarán una buena pensión, que no les preocupará (como a mi), que quiebre la Seguridad Social, y tampoco tendrán problemas para co-pagar la silla de ruedas, o la cama articulada.
Tal vez sea el momento de cambiar la costumbre y, mientras llega la República, dejar que vayamos pensando en el apodo que pondremos a su sucesor, Felipe VI el...

(PD. Hace unos días, con motivo de la cacería real, leí que otro monarca, Carlos IV, fue apodado El Cazador, por sus innegables habilidades. Sólo en 1805 cazó 2016 conejos, 16 jabalíes, 214 lobos, 3 gatos,35 venados,195 tórtolas y 206 palomas, entre otros centenares de animales).

miércoles, 25 de abril de 2012

Desde Macondo. TOCA ESPANTAR AL DIABLO

En uno de los Macondos que habito-el primero y al que siempre vuelvo-existe una curiosa tradición que me dispongo a revivir hoy, día de San Marcos. Se trata de “espantar al diablo” y lo he hecho siempre, desde que tengo memoria, y en el lugar en que me hallara en cada momento. Por si acaso.
          Con la simpleza que caracteriza al género humano, espantar al diablo es muy sencillo. Se trata de hacer un nudo en la hierba, en la siembra, a poder ser, para conjurar todo lo malo que nos deparen los meses siguientes. Los demonios particulares de cada cual van cambiando con los años y las circunstancias. De pequeña, cuando iba al campo con la familia a comer el hornazo, ataba con mi nudo las ganas de aprobar el curso, o de que me permitieran salir la noche de Mayos, o ir de excursión con el colegio.
          Más tarde, y ante la imposibilidad de encontrar siembra en Madrid, dejaba mi conjuro en una rama anudada en la Ciudad Universitaria, o en el parque más cercano a mi casa. Y luego… En el Prado, en La Alameda y en las riberas del río del Macondo talaverano también hay muchos nudos y muchos deseos.
          Hoy volveré a espantar al diablo, si se deja. Era mucho más fácil antes. Lucifer era más o menos único, y se identificaba fácilmente, con su color rojo, sus cuernos y su tenedor. Y también teníamos menos cosas que dejar atadas en nuestras vidas. Y menos males que sacudirnos de encima.
          Y éramos más crédulos, la vida no nos había desengañado del todo y, tras un día de campo, nos íbamos a casa con la seguridad de que habíamos dejado todo atado y bien atado. Sin demonios. La espiga que se retorcía con el torpe nudo daría fruto, y volvería a nacer la próxima primavera. Para que alguien la atara de nuevo.
          Los diablos actuales son más ladinos. Se esconden el día de San Marcos, y todos los demás días del año, para que no podamos atraparlos; se multiplican y se camuflan en forma de paro y recortes, de pobreza y de miedo, y hasta han aprendido a deshacer nudos. Pero, a pesar de todo, cumpliré con la tradición, porque hay que creer en algo y mucho me temo que voy a empezar a creer en el más allá, visto lo visto en el más acá.
          El campo en Macondo está lleno de espigas anudadas y de diablos agazapados. Ojalá los podamos espantar.

CICLOGÉNESIS EXPLOSIVA. FALTABA PETRA

Ciclogénesis explosiva. O rayostruenosycentellas ¿Hay término meteorológico más tremebundo? ¿Bing Bang? ¿Apocalipsis tal vezNo sé, pero pone los pelos de punta. Suena a lo que más temían Astérix y Obélix en la pequeña aldea gala, que el cielo cayera sobre sus cabezas. Hola, me llamo Petra y soy una ciclogénesis explosiva. La noticia de hoy. ¿No queríamos algo distinto a mercados, primas y recortes? Pues aquí está Petra, y no creáis, es un alivio. Hoy no me ha despertado el ruido de tijeras; entre sueños, he oído el crepitar del rayo, el ulular del viento y el estallido del trueno. Y la lluvia. Qué descanso. Llevo meses escuchando el tililar de las monedas, el silencio del miedo, la palabra de Dios (como Dios manda), el hacer lo que hay que hacer y el sordo sonido de mis derechos cayendo al suelo uno a uno. Plof, trabajo. Plof, sanidad. Plof, educación. Plof, cultura. Plof, felicidad. Plof, futuro... Y hoy me ha despertado Petra con ruido de vida. Casi con música celestial, con realidad de la real, no de la prefabricada. Es verdad que anda por ahí arriba, por el Norte. Pero está. Es la tormenta perfecta para empaparnos de vida, de la que hay más allá de sistemas financieros, de déficits, de presupuestos, de ese mundo artificial que nos impide mirar arriba, oler a tierra mojada y escuchar a la Naturaleza. Si no pongo la radio, ni la tele, ni leo el periódico, tal vez hoy sea un día normal. Con sus luces y sus sombras, pero normal. Hasta con sus ciclogénesis explosivas.

sábado, 21 de abril de 2012

UNA ERRE PARA CADA DÍA

¿Os acordáis de eso de "el pego de San Goque no tiene gabo porque Gamón Godiguez se lo ha cogtado? Era la típica broma que se hacía a los niños pequeños a los que costaba trabajo pronunciar la erre, más si era doble.
Pues qué bien nos hubiera venido esta semanita que ahora acaba no haber tenido la erre en el particular diccionario de nuestros dolores. Todas las desgracias han empezado con R, de lunes a sábado, y toco madera que queda el domingo.
Empezamos con el Rey, con su rifle, su cadera y su elefante, que Dios tenga donde merezca. La resaca permanece, y lo que te rondaré morena. En el día de la República, no lo olvidemos.
La prima de riesgo volvió a dispararse y llegaron, raudos y veloces, prestos a rescatarla, los nuevos recortes, que hemos ido digiriendo, con resignación, a lo largo de toda la semana (repito que no ha acabado todavía, el BOE es una fuente inagotable de sorpresas.
Entre rumores de intervención, regios chistes y tímidas llamadas a la república, llega otra erre, Repsol. Y se enciende la vena patria. Hasta ahí podíamos llegar. A nosotros que nos recorten, que nos rebajen, que nos rompan en mil pedazos, ¡Pero a España, ni tocarla! Me suena a Perejil, aunque empiece por otra letra.
Reproches, anuncios de represalias, recogida del orgullo patrio en mil y un sesudos artículos, en editoriales llamando a la movilización contra los que pisotean nuestra bandera y todas esas cosas.
Y RTVE, noticia fresca. RIP a la independencia, al consenso, a la libertad necesaria en un medio público. Esperamos con resignación a Urdacis y otras hierbas similares.
Un recuerdo, también de las últimas horas, el de las víctimas del YAK-42 ¿Se acuerdan? Los familiares sí, especialmente cuando el último Consejo de Ministros ha decidido indultar a los dos militares que hicieron la chapuza de las identificaciones, confundiendo más de treinta cuerpos.
Lo dicho, que en esta semana, sobraba la R. Que en la próxima, los ministros se reúnan en "viennes", y tal vez no tengamos medicamentazos, recortes en Educación, requiescat in pace la RTV pública, rebajas, remates y rajoys tijera en ristre.
Me falta una erre. Ayer pedí el borrador de la Renta y...
No me digan eso de que señal de que lo he ganado, porque no es verdad. No he confirmado la declaración. Esperaré a una semana sin erres.

miércoles, 18 de abril de 2012

Desde Macondo. CANCIONES

Es primavera. Los pajaritos cantan, las nubes se levantan y dejan chaparrones. Como todas las primaveras. Y ya que estamos con canciones me viene a la cabeza uno de esos éxitos ñoños que decía algo así como “pasa ligera la maldita primavera”. Maldita, sí está siendo, pero de pasar ligera, nada de nada. Esto no acaba nunca. Está siendo una estación insoportablemente lenta, furiosa, inclemente, extraña en todo, cruel y larga ¿Dónde se han escondido todos los tópicos, el buen tiempo, los días largos, las flores, el olor a tierra mojada, las terrazas y los largos paseos al atardecer?
Y los alegres sones de Vivaldi. Y los avances de canciones de verano, desenfadadas y absurdas en letra y música. Son otros los sonidos de estos tiempos. Pienso en los atormentados tangos, el mundo siempre fue y será una porquería; volver, con la frente marchita, adiós muchachos…
Y en El Maestro, de Patxi Andión, al que le deben 36 meses y piensa que no es tan malo enseñar toreando un sueldo. Y en El abuelo, sentado en el quicio de la puerta viendo pasar su exigua pensión entre noticias de subidas de recetas, copagos e hijos y nietos en paro.
Y en el Rabo de Nube, barredor de tristezas, aguacero en venganza. Y en los Colores de Milanés, negro como el disparo que me mató, blanco como la noche que acabará. Y en la Balada de Otoño que se ha convertido en barrera de todas las estaciones. En estación única.
Hasta en el machacón waka waka, porque esto es África, y hay elefantes.
No hay música celestial, no hay acordes que armonicen recortes (más) en Educación, fantasmas de recetas que algunos no podrán pagar, copagos y repagos, Reyes sin ningún tipo de empatía con la gente que los mantiene, políticos emperrados en hacer lo que hay que hacer (según ellos) y caiga quien caiga, que no son ellos. Y todopoderosas empresas que reclaman nuestra ayuda para seguir siendo eso, todopoderosas.
Y el insoportable ruido de pasos arrastrándose hasta las oficinas del paro.
Desde Macondo sueño, como Gabo, poder escribir algún día un bolero amable y hermoso.

miércoles, 11 de abril de 2012

Desde Macondo. MONDAS DE BARRO

MONDAS DE BARRO

No lo tengo delante, en la mesa del teléfono, donde espera mi vuelta. Pero no hace falta. Conozco de memoria cada color, cada trazo, cada banderita y cada rama de tomillo o romero. El brillo, la textura suave y lisa y la cara de los carneros pintados de fiesta.
Es el otro carrito de Mondas, el que hoy volverá a levantar comentarios de admiración y envidia. La representación en cerámica del Premio Ciudad de Talavera y, por derecho propio, también de la fiesta más tradicional de Talavera.
Las Mondas de barro, las del carrito, los exclusivos bastones, las bandejas de montería, las mil y una piezas en forma de ánfora, de jarra, de cuenco, de tambor o de panel de azulejos tienen nombre propio. Se llaman Ana, Ramón y Juan Carlos, y se apellidan Centro Cerámico Talavera. No sé si desde que alguien decidiera que la diosa Ceres se merecía una buena fiesta, se pueden contar muchas personas que hayan hecho tanto-y tan bueno-para preservar y enriquecer la tradición.
No tengo que esforzarme mucho para ubicarlos en este Macondo en que me hallo. Ana-Úrsula, la matriarca, siempre pendiente de que todo funcione en la gran casa; Ramón, José Arcadio Buendía, ocupándose de la intendencia y haciendo la vida más fácil a todos en el pueblo y Juan Carlos, el coronel Aureliano Buendía, moldeando incansablemente pececillos dorados en su taller y apuntándose a cuanta idea revolucionaria y novedosa pase por su puerta.
He pasado muchas horas en ese paraíso particular, en ese Macondo donde cualquier ocurrencia disparatada se convierte en obra de arte, donde mis torpes indicaciones siempre han sido acogidas con benevolencia y, lo que es más increíble, entendidas. Como son buena gente, sé que algún día me perdonarán las prisas, los nervios, las imprecisiones y las ideas mal esbozadas, pero siempre bien comprendidas.
El carrito pasará hoy de nuevo por el Teatro Palenque, como si llegara directamente de un viaje en el tiempo, de las Mondas romanas a nuestros días, y es de justicia que se sepa qué manos lo conducen año tras año, desde hace más de una década. No puede llegar a Talavera, como a Macondo, la peste del olvido. No podemos olvidar que, no hace tanto tiempo, el mundo era tan reciente que las cosas no tenían nombre, y había que señalarlas con el dedo para referirse a ellas. Hasta que alguien-ellos-, con un respeto infinito, las etiquetaron para que todos pudiéramos disfrutarlas. Y nacieron las Mondas de Barro, la Cerámica de Mondas. Con mayúsculas.
Enhorabuena a los premiados. Seguro que todos sabrán valorar la joya que esta noche tendrán en sus manos. La que añoro desde Macondo.

miércoles, 4 de abril de 2012

Desde Macondo. SEMANA DE PASIÓN

Hay en este lado de Macondo donde me hallo, una imagen bautizada como Jesús Rescatado, el “Rescatao”. Es muy bella, quizá la más bonita de cuantas componen la imaginería local y probablemente también la que más devoción suscita entre quienes aún creen en los milagros, o piensan que lo mejor de su existencia está en otro mundo, en otra vida.
El Rescatao sale hoy-si el tiempo no lo impide-y, como he hecho desde niña, jugaré a contar las personas que lo siguen descalzas, arrastrando una pesada cruz de madera y hasta con cadenas en los pies, aunque éstas últimas ya son muy escasas. Me estoy yendo por las ramas (¿qué tendrán estas cosas de la religión, que te sacan de la realidad?), porque lo que yo quería contar hoy, Jueves Santo, es la auténtica semana de pasión que llevamos a cuestas desde que nos ¿explicaron? lo de los Presupuestos Generales del Estado.
Ya he oído de todo, desde culpas a Europa hasta economía de guerra (por cierto, ya podía salir el presidente, como Churchill, a explicar lo de la sangre, sudor y lágrimas de hoy como garantía del mañana esplendoroso), pasando por amenazas de rescate (por eso me he acordado del Rescatao).
Claro, que no sé yo si es mejor un país rescatado que un país tutelado, como el que “disfrutamos” ahora. En esta Semana Santa especial, y como si fueran los pasos de una procesión, con miles, millones de penitentes detrás, desfilan los recortes en sanidad, en educación, en investigación, en inversiones, en formación, en dependencia. Pasa la Oración en el Huerto, el Prendimiento, Jesús ante Pilatos, el Nazareno, la Verónica y la Magdalena, el Calvario, el Descendimiento, la Dolorosa, la Soledad…
Y esperamos ansiosos que llegue el paso final. El Resucitado. Y que ese día no llueva en Macondo.