Pensamientos, ideas, palabras que engulle la arena en el mismo instante en que se han escrito

miércoles, 25 de abril de 2012

Desde Macondo. TOCA ESPANTAR AL DIABLO

En uno de los Macondos que habito-el primero y al que siempre vuelvo-existe una curiosa tradición que me dispongo a revivir hoy, día de San Marcos. Se trata de “espantar al diablo” y lo he hecho siempre, desde que tengo memoria, y en el lugar en que me hallara en cada momento. Por si acaso.
          Con la simpleza que caracteriza al género humano, espantar al diablo es muy sencillo. Se trata de hacer un nudo en la hierba, en la siembra, a poder ser, para conjurar todo lo malo que nos deparen los meses siguientes. Los demonios particulares de cada cual van cambiando con los años y las circunstancias. De pequeña, cuando iba al campo con la familia a comer el hornazo, ataba con mi nudo las ganas de aprobar el curso, o de que me permitieran salir la noche de Mayos, o ir de excursión con el colegio.
          Más tarde, y ante la imposibilidad de encontrar siembra en Madrid, dejaba mi conjuro en una rama anudada en la Ciudad Universitaria, o en el parque más cercano a mi casa. Y luego… En el Prado, en La Alameda y en las riberas del río del Macondo talaverano también hay muchos nudos y muchos deseos.
          Hoy volveré a espantar al diablo, si se deja. Era mucho más fácil antes. Lucifer era más o menos único, y se identificaba fácilmente, con su color rojo, sus cuernos y su tenedor. Y también teníamos menos cosas que dejar atadas en nuestras vidas. Y menos males que sacudirnos de encima.
          Y éramos más crédulos, la vida no nos había desengañado del todo y, tras un día de campo, nos íbamos a casa con la seguridad de que habíamos dejado todo atado y bien atado. Sin demonios. La espiga que se retorcía con el torpe nudo daría fruto, y volvería a nacer la próxima primavera. Para que alguien la atara de nuevo.
          Los diablos actuales son más ladinos. Se esconden el día de San Marcos, y todos los demás días del año, para que no podamos atraparlos; se multiplican y se camuflan en forma de paro y recortes, de pobreza y de miedo, y hasta han aprendido a deshacer nudos. Pero, a pesar de todo, cumpliré con la tradición, porque hay que creer en algo y mucho me temo que voy a empezar a creer en el más allá, visto lo visto en el más acá.
          El campo en Macondo está lleno de espigas anudadas y de diablos agazapados. Ojalá los podamos espantar.

1 comentario:

  1. ¿Vale el nudo con 24 horas de retraso? Yo también lo hago. Por si acaso.

    Saludos,

    ResponderEliminar