Pensamientos, ideas, palabras que engulle la arena en el mismo instante en que se han escrito

miércoles, 18 de abril de 2012

Desde Macondo. CANCIONES

Es primavera. Los pajaritos cantan, las nubes se levantan y dejan chaparrones. Como todas las primaveras. Y ya que estamos con canciones me viene a la cabeza uno de esos éxitos ñoños que decía algo así como “pasa ligera la maldita primavera”. Maldita, sí está siendo, pero de pasar ligera, nada de nada. Esto no acaba nunca. Está siendo una estación insoportablemente lenta, furiosa, inclemente, extraña en todo, cruel y larga ¿Dónde se han escondido todos los tópicos, el buen tiempo, los días largos, las flores, el olor a tierra mojada, las terrazas y los largos paseos al atardecer?
Y los alegres sones de Vivaldi. Y los avances de canciones de verano, desenfadadas y absurdas en letra y música. Son otros los sonidos de estos tiempos. Pienso en los atormentados tangos, el mundo siempre fue y será una porquería; volver, con la frente marchita, adiós muchachos…
Y en El Maestro, de Patxi Andión, al que le deben 36 meses y piensa que no es tan malo enseñar toreando un sueldo. Y en El abuelo, sentado en el quicio de la puerta viendo pasar su exigua pensión entre noticias de subidas de recetas, copagos e hijos y nietos en paro.
Y en el Rabo de Nube, barredor de tristezas, aguacero en venganza. Y en los Colores de Milanés, negro como el disparo que me mató, blanco como la noche que acabará. Y en la Balada de Otoño que se ha convertido en barrera de todas las estaciones. En estación única.
Hasta en el machacón waka waka, porque esto es África, y hay elefantes.
No hay música celestial, no hay acordes que armonicen recortes (más) en Educación, fantasmas de recetas que algunos no podrán pagar, copagos y repagos, Reyes sin ningún tipo de empatía con la gente que los mantiene, políticos emperrados en hacer lo que hay que hacer (según ellos) y caiga quien caiga, que no son ellos. Y todopoderosas empresas que reclaman nuestra ayuda para seguir siendo eso, todopoderosas.
Y el insoportable ruido de pasos arrastrándose hasta las oficinas del paro.
Desde Macondo sueño, como Gabo, poder escribir algún día un bolero amable y hermoso.

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