Pensamientos, ideas, palabras que engulle la arena en el mismo instante en que se han escrito

lunes, 25 de febrero de 2019

Desde Macondo. ESPAÑA EN EL CORAZÓN

Tomo prestado el título del poema de Pablo Neruda, escrito en los inicios de la Guerra Civil española, porque esto va de poetas, y de España. Muchos poetas se habrán revuelto en su tumba (alguno en su cuneta o donde quiera que esté enterrado), esta pasada semana, la que conmemorábamos el 80 aniversario de la muerte de Antonio Machado, de Don Antonio.  Y es que la pre-campaña, o la campaña `perpetua, no justifican todo. 
           Pedro Sánchez ha estado en  Colliure a visitar la tumba de Don Antonio, primera vez, por cierto, que un presidente español se acerca hasta allí para reconocer el legado, el sufrimiento y la injusticia para con un excelente poeta y un hombre, en el buen sentido de la palabra, bueno, que tuvo que partir, ligero de equipaje, ante la sinrazón de los vencedores de la guerra.  No está mal ningún gesto que traiga de vuelta la memoria de nuestros hombres insignes,  aunque la tumba estaba ahí el año anterior, y el anterior.  Y todos los años sin elecciones, también.
          Dicho esto, no creo que ni la pre-campaña, ni los aniversarios de nacimientos o defunciones, sean la excusa para que cualquiera se sienta en la obligación de decir algo al respecto. Sobre todo, cuando estarían mejor calladitos. O cuando simplemente dicen y escriben tópicos, o lugares comunes, que podrían aplicarse a ése o a varios centenares de poetas más.
          Y sí, Pablo Casado lo ha hecho. Faltaría más que él no dijera nada del cantor de Campos de Castilla. Un poeta muy importante, porque escribía en español. Estaría bueno que escribiera en chino. Pero todo lo que el insigne líder del PP tenía que decir el día del aniversario de su muerte era: “"Hoy que recordamos a Antonio Machado, es un buen día para felicitarnos todos los españoles por la maravillosa lengua que compartimos con millones de hablantes en todo el mundo”.  Pues muy bien. Tal vez si hubiera mostrado respeto por la memoria histórica, o hubiera mostrado la mínima intención de condenar el franquismo, del que Don Antonio fue una víctima destacada, hubiéramos pasado por alto la patochada de la lengua y del patrioterismo rancio.
          Y hubiéramos pensado que comprendía el dolor del poeta, de tantos poetas, Alberti, León Felipe, Miguel Hernández, Celaya, Cernuda, Blas de Otero… por la España partida en dos a la que nos acercamos peligrosamente.
          Los “sesudos” comentarios sobre Machado han dejado en segundo plano otra feliz reflexión, en este caso sobre Lorca, y esta vez a cargo de un diputado popular en Madrid, que califica el asesinato de Lorca de un "error", si nada que ver con la ideología. Justo antes del golpe de Estado que provocaría la Guerra Civil, Federico García Lorca decía en una entrevista: "Yo soy español integral y me sería imposible vivir fuera de mis límites geográficos; pero odio al que es español por ser español nada más, yo soy hermano de todos y execro al hombre que se sacrifica por una idea nacionalista, abstracta, por el sólo hecho de que ama a su patria con una venda en los ojos”.
          Él, como tantos otros, llevaba España en el corazón, que eso no es propiedad de nadie.

domingo, 24 de febrero de 2019

LA VUELTA DE ELENA FRANCIS

Ha sido escuchar al presidente de Vox en el Parlamento andaluz pidiendo la  relación de todos los trabajadores, con sus nombres y apellidos, de las Unidades de Valoración Integral de Violencia de Género, y acordarme de Elena Francis. Extraña asociación, diréis. Pues no. Porque aparte de que la tal señora Francis no existiera realmente, siempre he imaginado un cura calvo con sotana, un par de señoras como mis profesoras de Formación del espíritu Nacional, y algún falangista de pro, contestando como locos las cartas que las desdichadas mujeres enviaban, escudadas en el anonimato, al “aleccionador” programa de radio.
          Y ahí me encaja, vaya si me encaja, la figura de Francisco Serrano, ese juez redondito,  con cara de señor normal, y tan preocupado por los abogados, psicólogos, terapeutas y demás gente de mal vivir, que puedan aconsejar a las mujeres víctimas de violencia, o a sus hijos, que denuncien al agresor y hasta que lo abandonen. Y que acudan a las instituciones, que para eso están, para que les echen una mano y las ayuden a vivir una vida razonablemente normal.
          Dice este “moderno” señor Francis, que los informes que realizan estos trabajadores están basados en criterios "ideológicos" –lo que llaman "suprema cismo de género"– y quieren depurar los casos del personal que no consideran cualificado. Como si una bofetada, una violación, o el maltrato psíquico, tuviera ideología.
          Han sido muchos, muchísimos, los análisis que se han hecho, andando el tiempo, acerca del famoso consultorio de radio que sí, daba consejos de belleza, y de cocina o de limpieza, pero que al mismo tiempo lanzaba un claro mensaje a las mujeres que habían saboreado en la República las mieles de la libertad, de tener derechos, acerca del modelo que imponían los vencedores. Ya sabéis, eso de “Cásate y sé sumisa”
          Vamos, que no hace falta tener una imaginación desbordada para colocar ante el micrófono a uno  de los chicos/as de la formación ultraconservadora pidiendo paciencia y comprensión a la mujer maltratada, “Sea valiente, no descuide un solo instante su arreglo personal. Y cuando él llegue a casa, esté dispuesta a complacerlo en cuanto le pida” (sic), y para más inri, afirmando que algo de culpa tendría ella también. O desaconsejando vivamente el abandono del hogar tras muchas infidelidades del marido, cuando la receta de Francis era la siguiente: “Es mucho mejor que se haga la ciega, sorda y muda. Procure hacer lo más grato posible su hogar, no ponga mala cara cuando él llegue”.
          Habrá que ver qué hace el señor Francis de Vox con la lista de trabajadores de los equipos de valoración, porque la “depuración” que pretende puede ser más que drástica. No creo que nadie que haya visto los moratones, la desesperación de una mujer víctima de malos tratos, el miedo en sus ojos y en los de sus hijos, pueda decir con voz impostada eso de “querida amiga, hay que sacrificarse por la familia…”.
          Pues eso, que miedo me da la purga, que estos no se van a conformar con una cucharadita de aceite de ricino.   

jueves, 21 de febrero de 2019

Desde Macondo. EL OCTAVO MANDAMIENTO

Apuesto que no hay nadie de mi generación, de las anteriores y de alguna posterior, que no se sepa de corrido, y con musiquilla, los mandamientos de la Ley de Dios.  Que fueron muchos años de machacar, de copiarlos cien veces, de preguntarlos en clase, y en catequesis, del uno al diez o en orden aleatorio, para pillarte, porque, al fin y al cabo, era más importante saberse el Catecismo que las normas de la Gramática o los ríos de la Península Ibérica.
          Andando el tiempo, cada cual nos hemos quedado con los mandamientos que hemos considerado convenientes,  que honrar a los padres, no matar o  no robar, deben ser de  obligado cumplimiento en cualquier credo, y algunos otros, como lo de no tomar el nombre de Dios en vano, ir a misa o reprimir los pensamientos considerados impuros, pues allá cada cual.
          Y luego está el octavo, que es el que nos ocupa hoy en esta humilde columna.  No dirás falso testimonio ni mentirás. Colas debería haber en los confesionarios para intentar buscar el perdón por faltar al octavo mandamiento. Aunque claro, sin propósito de la enmienda, y sin cumplir la penitencia (también me lo enseñaron las monjas), la confesión no tiene sentido.
          Ya están convocadas las elecciones generales. No voy a entrar en si debiera haberse hecho o no; en si era mejor esperar a octubre o a 2020. Como tengo a gala no mentir, y cumplir a rajatabla el mandamiento número ocho, tampoco voy a ocultar que no me gusta el adelanto, pero eso es cosa mía. El caso es que tengo la clara conciencia de que se ha llegado a este extremo de la mano de la mentira. Sin entrar en discusiones de si el Gobierno estaba en los últimos estertores o aún quedaba un resto de oxígeno en su reserva.
          Pero los defensores de la patria, la tradición, la religión, de la España de antes, la del Catecismo a sangre y fuego, la misa obligatoria y el poder ilimitado de la Iglesia, no han tenido ningún reparo en llevarnos a esa convocatoria de elecciones mintiendo sin pudor. Antes y después. Mentiras como la del manifiesto de Colón, cuando se afirmó como si fuera un hecho indiscutible que Sánchez había aceptado “las 21 exigencias del secesionismo”, cosa que los firmantes sabían que no era verdad. O como la “alta traición”, o la ocupación ilegítima de La Moncloa, o los pactos con los presos del procés, o afirmaciones sobre el indulto a los procesados, deberían tener doble o triple castigo para quienes se proclaman católicos, se dan golpes de pecho y hasta protestan porque la fecha elegida les va a dificultar cumplir con los deberes de la Semana Santa. Incumplen, a sabiendas, uno de los Mandamientos de la Ley de Dios.
          Y podría decir que allá ellos con su conciencia: pero esto no es un pecado que se confiese y se perdone con tres padrenuestros.  Es mucho más serio. Vale que todos, en campaña, exageran y prometen cosas que luego no cumplen, pero es muy grave que dirigentes políticos que piden la confianza de la ciudadanía para gobernar el país se permitan mentir de manera tan escandalosa, aún cuando sepan que sus mentiras se van a  descubrir inmediatamente. En concreto, tres días después, cuando se votaron los Presupuestos.
          Deberíamos redactar una hoja de ruta para la campaña electoral en los que se detallaran las normas a seguir para su normal desarrollo, Y en la que el octavo mandamiento, pasara a ser el primero.

lunes, 18 de febrero de 2019

NARCISOS

No voy a hablar de flores.  ¡Más quisiera yo que dejarme llevar por las bellezas de la naturaleza ignorando todo lo que las enfanga! Estoy en ello, pero aún no le llegado al nivel de abstraerme y dedicarme a la vida contemplativa, que sin duda dará menos disgustos que la que vivimos para contarla, que diría mi admirado Gabo.
          Pero a caballo entre una cosa y otra (lo del caballo seguro que os sugiere algo),  me he encontrado, por esos caprichos de la mente sobrecalentada y sobreexplotada, recordando el mito clásico de narciso, mientras contemplaba la “foto” de la plaza de Colón, que nos han repetido hasta la saciedad, y lo que te rondaré morena.  Todos jóvenes, altos, guapetes, monísimas las chicas,  todos vestidos a la última (según sus cánones, que no son los míos), y todos, encantados de haberse conocido, conscientes de su juventud, su altura, su elección del atuendo…
          Y mirando desafiantes,  para que ningún otro “guapo” les pise el terreno.  Abajo, en la calle, los convencidos de que no hay otros más bellos. Y fuera, mirando la foto, los del montón, los que no creemos que la belleza sea el pasaporte a la fama y los que pensamos que también los feos, los bajitos, los calvos, los gordos y los flacos, los pobres, las mujeres, los que no llevan el último grito en moda, y los que no pueden gritar, también tienen derechos. Cuanto más miro la foto, más me espanta. Nada que ver con el Síndrome de Sthendal.  ¿Habré perdido la cualidad de apreciar la belleza?
          El Narciso clásico era un joven guapo, guapérrimo, y tan convencido de que no había otro como él en la faz de la tierra ni en el Olimpo de los dioses, no encontraba a nadie digno de compartir tal regalo. Una tras otra fue rechazando pretendientas (algún pretendiente también), hasta que un día dio con la horma de su zapato, la diosa Némesis, que puso fin a una vida de vanidad y despechos, haciéndolo beber su propia medicina.  Narciso se enamora de su propia imagen reflejada en un estanque e intenta seducir al hermoso joven sin darse cuenta de que se trata de él mismo hasta que intenta besarlo y muere ahogado en las aguas.
          Esto es la primera parte del mito, que la que viene a caso es la de la moraleja.  Al parecer, preocupada por la actitud  de su hijo, Liríope, su madre,  decidió consultar al vidente Tiresias sobre su futuro.  Y Tiresias le dijo a la ninfa que Narciso viviría hasta una edad avanzada mientras nunca se conociera a sí mismo.
          Podía haber dicho mientras no lo conociera nadie, y nadie tuviera que soportar su prepotencia, su chulería, su desprecio y su convicción de tener la verdad absoluta.  Por guapo que fuera, o que sean los que nos ocupan y preocupan de la foto.
          Me asustan tantos narcisos juntos, tantos guapos enamorados de ellos mismos y de sus discursos, que nos dejan fuera a casi todos, a los que somos del montón, a los que el reflejo del agua nos devuelve la imagen de gente de a pie que quiere seguir avanzando y envejecer dignamente. Sin que importen las arrugas, que también son bellas.

jueves, 14 de febrero de 2019

Desde Macondo. ABDEL-JALEK Y ABDEL-RAHIM

Ya sé que con la que nos está cayendo, con la que tenemos encima, no es precisamente atractiva una columna que empieza con dos nombres impronunciables que pueden referirse desde a cualquier cosa, desde algún reyezuelo infiel de la Reconquista, que algunos han puesto tan de moda, a un par de inmigrantes libios de los que se ahogan cada dos por tres en nuestras costas.
          Pero nada más lejos de ello. Abdel- Jalek y Abdel- Rahim son, eran, dos hermanos siameses de Yemen que han muestro hace unos días  al no poder ser evacuados para intentar salvar sus vidas en otro país. La imagen del padre saliendo del hospital con los cuerpos sin vida de los niños envueltos en una toalla, me ha dolido tanto o más como esas otras de pequeños ahogados en la playa o yaciendo entre escombros en lo que eran sus casas.
          Abdel- Jalek y Abdel- Rahim nacieron en el mismo cuerpo. Sus cabezas compartían riñón, brazos y piernas. Sin embargo, contaban con espinas dorsales, pulmones, corazones y sistemas digestivos separados. Los médicos del país habían pedido la cooperación internacional para salvar a los pequeños que requerían ser evacuados e intervenidos quirúrgicamente de urgencia, y en el hospital, sin recursos por la guerra, no se podía llevar a cabo la operación quirúrgica necesaria para sacarlos adelante.
          Pero la vida de los dos pequeños se ha topado de frente con un aeropuerto cerrado por el bloqueo impuesto por la coalición liderada por Arabia Saudí. Así de fácil se acaba con el derecho a la vida, y se termina envuelto en una vieja toalla en brazos de un padre resignado.
          Ya sé que hay casos mucho más terribles. Que son muchos más de dos, más de 6.700, según UNICEF, los niños muertos o gravemente heridos en la guerra de Yemen.  Y muchos más en Siria, en el Mediterráneo. Sin nombre y sin foto, Sin que hayan intervenido la ONU y la OMS, como en el caso de los pequeños siameses, y aunque no haya servido para nada. Hasta sé que esta columna no será interesante, porque es más de lo mismo y ya aburre el tema.
          Pero no me perdonaría nunca no haber atendido la llamada de ayuda de Abdel- Jalek y Abdel- Rahim ahogada por la toalla, pero pidiendo alto y claro que no dejemos pasar casos como éste, que no permanezcamos insensibles ante el horror, la intransigencia, el desprecio por la vida…
           Porque lo habremos perdido todo como humanidad. Y ya nos queda poco.

lunes, 11 de febrero de 2019

OPERACIÓN P'ATRÁS

Gurtel, Lezo, Púnica, Kitchten,  Taula, Erial… La Guardia Civil quebrándose la cabeza para poner nombres a las operaciones más sonadas de los últimos tiempos, y resulta que, como siempre, lo más sencillo, lo más fácil, es lo más clarito. “Paquí Pallá”. Con la S.L detrás, que no hay que perder las formas, aunque estemos de cachondeo.
          Me hierve la sangre de pensar en el momento justo en que quedó bautizada la empresa-tapadera que emitía facturas falsas para desviar dinero: Paquí Pallá S.L., creada para financiar campañas, pagar cenas de navidad y, en general, para desviar dinero y tapar vergüenzas. Aunque me tape los oídos, escucho las carcajadas tras la “ocurrencia”. Y las palmas. Y las palmaditas en la espalda a quien tuviera la feliz idea. Qué bueno/a eres. Tú sí que vales. Ja,ja,ja.
          He dicho que me hierve la sangre, y me quedo muy corta. Me da gana de echar espuma por la boca, de girar la cabeza como la niña del Exorcista y de ponerme a romper cosas como una posesa, cuando pienso en la segunda parte de la jugada.  La “Operación P’Atrás”.
          Con todo lo de infame que tiene el Paquí Pallá S.L, con lo que significa de desprecio y tomadura de pelo, es mucho más grave lo que está pasando ahora. También habrá palmaditas cariñosas para quien se haya inventado la manifestación y toda la parafernalia envolviéndose en la bandera  para llevarnos hacia atrás. Qué éxito. Un montón de miles de personas en la calle para defender a España de un peligro tan artificial y tan falso como la sociedad de marras de la que, de paso, no se habla, porque ante la unidad de España, todo empalidece.
          No se me ocurre qué nombre ponerle a esta operación, a la de intentar descabalgar a un Gobierno basándose en mentiras; de intentar conseguir un rédito electoral mezclando pasiones y sentimientos.
          De llevarnos p’atrás convenciéndonos de que vamos a avanzar. Y la indignación da paso a la profunda tristeza por ver cómo nos llevan paquí y pallá, mientras somos plenamente conscientes de que nuestros problemas les importan un pimiento.
          Tal vez algún día, alguien ponga nombre a esta operación. Y a saber dónde estaremos. Porque P’atrás se habrá quedado corto.

jueves, 7 de febrero de 2019

Desde Macondo. EFECTO MARIPOSA

«El leve movimiento de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo».  Es un proverbio chino, popularizado luego por la  Teoría del Caos, que viene a corroborar lo que todos sabemos, especialmente desde que se empezó a hablar de globalización. 
         Se habrán fijado ustedes en que, salvo los habitantes de Macondo, que por derecho propio tienen lugar en este espacio, nunca hay nombres propios en esta columna. No hay nadie con mayúsculas porque, en definitiva, la vida que nos interesa a todos es la vida en minúsculas, nuestro día a día, nuestras cosas, que posiblemente son tonterías si pensamos en macroeconomía, en el mundo global, en las grandes cuentas de una gran empresa, de la Banca o del Estado. No queremos saber nada de la mariposa, y mucho menos del efecto de sus actos.
         Son tonterías, pero son las nuestras, las que nos angustian, nos agobian, nos quitan el sueño y, de cuando en cuando (cada vez menos), nos alegran. Hay desempleo con mayúsculas, por supuesto, pero nos apena el nuestro y el de los nuestros; y hay unos gobernantes que no lo solucionan. Los nombres son lo de menos, porque están ahí, y cuando se marchen, vendrán otros que se llamen diferente y actuarán de forma parecida.
         Claro que nos sobrecogen las imágenes y las noticias sobre la pobreza o las guerras; y las víctimas tienen nombre y apellidos que olvidamos rápidamente, porque conocemos otros casos mucho más próximos, que son los que nos importan.
         Ya no le ponemos nombre a los casos de corrupción ¿Qué más da? Hablamos de la corrupción por uno y otro lado, por la empresa, los partidos, los bancos, la Iglesia, las instituciones…Todo en minúscula, aunque, por seguir las reglas de la ortografía deberían ser mayúsculas. Así me lo enseñaron, el cargo en minúscula, la institución en mayúscula. Gobierno y gobernantes. Presidencia y presidente. Ministerio y ministro. Banca y banqueros. Humanidad y hombres.
         Pero hay que cambiar las reglas ortográficas,  que ya nada vale en este mundo al revés.  Hay que pensar a lo grande, en mayúsculas, que miles de mariposas aleteando se esfuerzan por advertirnos de la necesidad de ensanchar el pensamiento y los corazones. No podemos hacer oídos sordos al auge de los extremismos, al crecimiento desaforado de ideología que ya llevaron al mundo al caos, y amenazan con volverlo a llevar; ni a los avisos de cambio climático que nos están obsequiando con temporales, huracanes, terremotos, subida del nivel del mar… Ni a los océanos asfixiados por el plástico, que acabará comiéndose a todos los peces; ni a las guerras y la pobreza, que empujan a miles de personas a abandonar sus lugares de origen buscando paz y pan.
         Es momento de pensar en mayúsculas, de abrir los ojos y la mente, porque ya no vale cerrar las ventanas para no oír el aletear de las mariposas. Se ha acabado el tiempo de las minúsculas.

domingo, 3 de febrero de 2019

48.121

Aprovecharos, que no me veréis en otra. Hablando de números y de fútbol, dos de los asuntos en los que, digamos que no me manejo con soltura, amén de que no me gustan en absoluto y muy a menudo me crispan.
          Pero es que la noticia merece la pena. 48.121 espectadores han asistido a un partido de fútbol femenino en el estadio de San Mamés en Bilbao, que al parecer, es todo un templo del deporte rey (os habréis dado cuenta de cómo manejo los términos), y que tiene capacidad para algo más de cincuenta mil. Vamos, que lo han llenado, y algo así no se consigue con los padres, los hijos, las abnegadas parejas o el grupo de amigas de la Universidad.
          Ya estoy viendo las sonrisas de condescendencia, o directamente el comentario de qué sabrá esta, comparando con las decenas de miles de personas que cada fin de semana abarrotan los estadios patrios y de cualquier parte del mundo, que esto es universal; y habrá hasta quien eche mano de estadísticas para recordar esos históricos encuentros transmitidos por satélite y seguidos por decenas de millones de entusiastas.
          Pues con su pan se lo coman, que a mi ganas me dan de besar una por una a las 48.121 personas que han dado lugar a una noticia, la mejor, para normalizar una situación que debiera ser normal hace mucho y que, como siempre que anda la testosterona por medio, perjudica a las mujeres.
          Por una vez, no tenemos que leer o escuchar que han abucheado a una árbitra, o que la han mandado a fregar, o que los grandes clubes mandan de viaje a los equipos masculinos en primera, y a los femeninos, en turista; o que el premio es un ramo de flores para las chicas, y un cheque para ellos. Que lo seguirá habiendo, faltaría más, pero estos datos tendrán que convivir, sí o sí, con el del san Mamés petado de gente para asistir a un encuentro de fútbol femenino.  Lo de las nóminas, la posibilidad de conciliar con otro trabajo, no digo ya nada de la vida familiar, quedará para más tarde, pero llegará.
          Cuesta creer que aún nos sorprendamos por noticias como ésta, cuando en España tenemos sobradas muestras de la excelencia de nuestras deportistas. En deportes colectivos, como el fútbol con la selección española femenina: campeona del mundo y de Europa Sub-17, campeona continental Sub-19 y subcampeona del mundo Sub-20; en baloncesto, en waterpolo y hasta en hockey en hierba. Si nos vamos al terreno individual, creo que hay pocos en los que no encontraremos a una mujer española defendiendo un deporte y ganándolo. Del kárate a la natación, de la halterofilia a la gimnasia, del tenis al motociclismo, el bádminton y hasta en el Dakar, que dicen es para hombres muy hombres.
           Pues eso, que da gana de decir soy mujer, ¿a qué queréis que os gane? Y más allá de ganar o perder, 48.121 espectadores han encontrado una razón de peso para asistir a un espectáculo deportivo que ha dejado, como el coñac y tantas otras cosas, de ser cosa de hombres.