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jueves, 14 de febrero de 2019

Desde Macondo. ABDEL-JALEK Y ABDEL-RAHIM

Ya sé que con la que nos está cayendo, con la que tenemos encima, no es precisamente atractiva una columna que empieza con dos nombres impronunciables que pueden referirse desde a cualquier cosa, desde algún reyezuelo infiel de la Reconquista, que algunos han puesto tan de moda, a un par de inmigrantes libios de los que se ahogan cada dos por tres en nuestras costas.
          Pero nada más lejos de ello. Abdel- Jalek y Abdel- Rahim son, eran, dos hermanos siameses de Yemen que han muestro hace unos días  al no poder ser evacuados para intentar salvar sus vidas en otro país. La imagen del padre saliendo del hospital con los cuerpos sin vida de los niños envueltos en una toalla, me ha dolido tanto o más como esas otras de pequeños ahogados en la playa o yaciendo entre escombros en lo que eran sus casas.
          Abdel- Jalek y Abdel- Rahim nacieron en el mismo cuerpo. Sus cabezas compartían riñón, brazos y piernas. Sin embargo, contaban con espinas dorsales, pulmones, corazones y sistemas digestivos separados. Los médicos del país habían pedido la cooperación internacional para salvar a los pequeños que requerían ser evacuados e intervenidos quirúrgicamente de urgencia, y en el hospital, sin recursos por la guerra, no se podía llevar a cabo la operación quirúrgica necesaria para sacarlos adelante.
          Pero la vida de los dos pequeños se ha topado de frente con un aeropuerto cerrado por el bloqueo impuesto por la coalición liderada por Arabia Saudí. Así de fácil se acaba con el derecho a la vida, y se termina envuelto en una vieja toalla en brazos de un padre resignado.
          Ya sé que hay casos mucho más terribles. Que son muchos más de dos, más de 6.700, según UNICEF, los niños muertos o gravemente heridos en la guerra de Yemen.  Y muchos más en Siria, en el Mediterráneo. Sin nombre y sin foto, Sin que hayan intervenido la ONU y la OMS, como en el caso de los pequeños siameses, y aunque no haya servido para nada. Hasta sé que esta columna no será interesante, porque es más de lo mismo y ya aburre el tema.
          Pero no me perdonaría nunca no haber atendido la llamada de ayuda de Abdel- Jalek y Abdel- Rahim ahogada por la toalla, pero pidiendo alto y claro que no dejemos pasar casos como éste, que no permanezcamos insensibles ante el horror, la intransigencia, el desprecio por la vida…
           Porque lo habremos perdido todo como humanidad. Y ya nos queda poco.

2 comentarios:

  1. Gracias M. Ángeles. Hay tanto dolor a nuestro alrededor que, como en este caso, resulta insoportable.

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  2. Amiga M. Ángeles ante estas situaciones, siento tanta impotencia y rabia contenida que se me rompe el alma.

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