Pensamientos, ideas, palabras que engulle la arena en el mismo instante en que se han escrito

lunes, 27 de febrero de 2012

VEINTE AÑOS NO ES NADA (Cuando nosotros éramos Talavera)

Podía haberlo titulado "Volver", que al fin y al cabo es como se llama el tango de Gardel. Pero no tengo claro que volvamos a ninguna parte. También podría haber utilizado esos versos que tanto me gustan, lo de la frente marchita y las nieves del tiempo plateando mi sien.
Pero como soy poco original, he optado por los veinte años, los que han pasado desde que "Nosotros Talavera" nació y murió en tiempo récord. Hemos tenido 19 años y doce meses (menos un día), para revisar lo que pasó, lo que supuso, los antecedentes y los resultados; para recaer, para renacer, para extinguir definitivamente la memoria, para reescribir la Historia.
Pero hoy es 27 de febrero de veinte años después, y aquí estamos. En tiempo presente, escribiendo de Nosotros Talavera, del futuro que no ha sido; del pasado, que sigue siendo el refugio.
Teníamos veinte años menos, y queríamos arreglar el mundo, nuestro pequeño mundo. Queríamos darnos un festín y nos conformamos con una frugal colación, que, andando los meses digerimos con alegría, esperando el plato principal, el que se fue a otra mesa y nos dejó el estómago insatisfecho.
Han pasado veinte años y nos hemos acostumbrado a mirar con envidia la mesa del vecino mientras comemos tristemente las migajas repasando en la memoria los cierres de los comercios echados (ahora también), la pancarta sostenida por manos variopintas, el paseo por la calle san Francisco y la mirada a los balcones de la Plaza del Pan. Y el "documento Bono", y la mini-Universidad, y la nueva UNED o el Mercado de Ganado, que vinieron después, y que auguraban el festín que nunca fue.
Hay episodios de la vida que se miran con alegría, y otros, que se recuerdan con infinita tristeza.
Y se vuelve al tango. "Vivir, con el alma aferrada a un dulce recuerdo que lloro otra vez".

martes, 7 de febrero de 2012

LA PEQUEÑA DORRIT (Recordando a Dickens)

Podía hablar-hablaré-, de David Copperfield o de Oliveer Twist, o de Historia de dos Ciudades, que me encantó, o de Grandes Esperanzas o Tiempos Difíciles, pero Dickens, que nació tal día como hoy , siempre me suena a La pequeña Dorrit, a Amy, una niña de novela-resumen ilustrada (un libro blanco de tapas duras), que fue mi heroína por muchos años, y que aún hoy convive plácidamente en mis recuerdos con personajes más sesudos, más actuales o más creíbles.
      Leí y releí las aventuras de esa niña obligada a ganarse el sustento, su vida en la cárcel, su ascenso a la riqueza y sus amores desgraciados, su fortaleza, su final feliz con boda incluída...
      Y de su mano, encontré a David Copperfield, a los malvador Uriah Heep y a Scrooge, a Oliver Twist, al Pip de Grandes Esperanzas, y la temible vara de madera (tickler, no he olvidado el nombre, aunque no sé si se escribe así), con la que le azotaba su rígida hermana.
      La pequeña Ami Dorrit me mostró todos los tipos humanos que pueden entenderse antes de llegar a la adolescencia. La bondad de los Pegotty, la inconsciencia de Dora, la maldad de los Murdstone, el drama de la pobre Nell, en Tienda de Antigüedades, y hasta el mundo convulso de la Revolución Francesa.
      Me enseñó a solidarizarme con los desfavorecidos, a creer en los milagros (esto lo he perdido con los años), a maldecir la burocracia y la justicia, al servicio de los ricos, y magistralmente descrita en la denominada "Oficina del Circunloquio"...
      Y así, personaje a personaje, saltando de casas victorianas a humildes chabolas, de harapos a maravillosos trajes de fiesta, de caballeros humanitarios a convictos generosos, de miseria a misteriosa fortuna, de padrastros malísimos a benefactores atormentados, de París a Londres, de la justicia a la injusticia más dolorosa, fui pasando (y aún paso de cuando en cuando), por el universo Dickens, tan vivo hoy, doscientos años después.
      Y me pregunto dónde estará Amy Dorrit para guiarme en un nuevo descubrimiento de la vida.