Pensamientos, ideas, palabras que engulle la arena en el mismo instante en que se han escrito

martes, 3 de enero de 2017

Desde Macondo. QUERIDOS REYES MAGOS

Que yo recuerde, nunca he escrito una carta a los Reyes Magos. Ni cuando era pequeña. Tal vez por no llevarme la desilusión, en tiempos difíciles y en familia numerosa, o quizá porque confiaba en el buen criterio de Sus Majestades. O porque soy de buen conformar, y cualquier cosa que me dejaran me venía bien. La verdad es que tanta ilusión me hacían los regalos colectivos, los Juegos Reunidos Geyper, el Monopoly, el Dulcecotón o el Palomitón Payá, como la muñeca Mamá que me trajeron para mi sola sin que me hubiera pasado por la imaginación tenerla y mucho menos pedirla.
         El caso es que, si con la edad nos volvemos como niños, ya toca escribir una carta a los Magos de Oriente, sobre todo cuando tengo la clara percepción de que he sido buena. En el buen sentido de la palabra, que diría don Antonio Machado.
        Igual hasta llego tarde, que a estas alturas ya deben estar los venerables ancianos muy adentro de los arenales, sin GPS ni cobertura y con los camellos cargados. Pero confío en llegar a tiempo, y también en la magia, que puede hacer aparecer regalos de última hora y hasta algunos que ni tan siquiera se habían pedido.
        En pocas horas empezarán a repartir regalos; y llegarán, según nos han contado siempre, a todos los hogares, a los ricos y a los pobres, a los encantados y a los desesperados, a los ilusionados y a los resignados. A los que han pedido todo y a los que ya no esperan nada.
        Tampoco voy a pedir mucho, ni nada que no sea de justicia. Mi carta es para solicitar que no dejen carbón en las casas de los trabajadores, en la de los desempleados, en aquellas en las que se ha cebado la desgracia en forma de enfermedades graves, discapacidades, malos tratos, ancianos solitarios o emigrantes que salen desesperados de su país, muy cerca de donde provienen Melchor, Gaspar y Baltasar.
        Es una carta para pedir medios para las asociaciones que trabajan porque todos ellos, los citados más arriba, puedan tener una mínima calidad de vida. Y para que los centros de enseñanza sigan asegurando que la educación llegue a todos, sin distinción de renta; y para los hospitales, porque en la enfermedad debemos todos ser iguales. También en la salud, pero eso va para largo.
        Quiero que saquéis de los camellos las tijeras de recortar el mínimo estado del bienestar, porque tampoco estamos tan bien, y no sé si resistiríamos estar peor. Tal vez, retirando alguno de los juguetes caros que pensabas dejar en otras casas, se pueda compensar de alguna forma. Es cuestión de repartir, y podéis hacerlo con vuestra magia. Si os olvidáis de dejar un coche caro, o un yate, el cheque de un Banco o un palacio, igual se pueden pagar varias docenas de sueldos de esos bajitos, de los que tienen la mayoría de las personas de este país. Y subir un poquito más las pensiones, que la vida está muy cara y no dan para llegar ni a mitad de mes.
         Y ahora sí, por primera vez en la vida, voy a pedir para mí. Quiero un Mercado para mi sola. Y una prima de riesgo arrogante a la que pueda controlar en mi casa, y un Banco malo (Otro bueno, también). Y una jubilación a los doscientos años, y un salario recortado hasta límites impensables. Y una educación sólo para ricos, y una sanidad pagando. Faltaría más. Quiero también unos impuestos asfixiantes, y que las cosas se hagan como Dios manda, los ricos más ricos y los pobres... en la miseria. Me gustaría que me trajerais unos políticos insensibles si los pilláis, que andan de supervacaciones), de esos que meten la tijera con conocimiento de causa, o de los otros, que se pelean sin que nosotros saquemos nada en claro. También me gustaría tener una Europa altiva, que mira hacia otro lado cuando hay problemas.
        Si tenéis sitio, podríais incluir a la Norteamérica de Trump que nos llega. Ah, y media docena de agencias de calificación, que se me olvidaba, junto con todos los corruptos que podáis reunir. Y todas las llaves que cierren centros de salud, de enfermos mentales, de discapacitados, de inmigrantes, de mujeres maltratadas, de hospitales públicos, de centros de investigación...Quiero todo eso para ponerlo en un saco y prenderle fuego, para aventar las cenizas al espacio y para que aquí, en la Tierra, quede el mundo que conocimos, y que se desmorona.
        Os espero esperanzada. De algo tiene que valer no haberos pedido nada en medio siglo. Ojalá esta carta, la primera, no caiga en saco roto. Que tengáis un buen viaje por los arenales..


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