Pensamientos, ideas, palabras que engulle la arena en el mismo instante en que se han escrito

lunes, 1 de octubre de 2018

DE ALTA SEPULTURA



(…) “que a papas y emperadores
y prelados
así los trata la muerte
como a los pobres pastores
de ganados”. (Jorge Manrique).

Pues no. Y a las pruebas me remito. Con todos los respetos a Jorge Manrique, que embargado por el dolor de la desaparición de su padre escribió estas bellísimas Coplas, no es cierto que la muerte iguale. Claro que todos tenemos que morir, y que, sentada esta base, debería darnos igual lo que pase después. Pero la verdad es que las diferencias trascienden la vida y quien fue de alta cuna tiene todas las papeletas para ser después de alta sepultura. Por los siglos de los siglos.
          Viene esto a cuento del empeño de la familia Franco por llevar los restos del dictador a la catedral de La Almudena, que así lo han constar en un incalificable escrito de alegaciones a la pretensión de exhumar los restos de su abuelo, en el que se habla de profanación, inconstitucionalidad (¿desde cuándo son “constitucionales”?) y otras cuantas zarandajas.
          Pues lo que nos faltaba, trasladar el Valle de los Caídos a pleno corazón de Madrid, con sus excursiones, sus 20-N, sus misas de desagravio, sus camisitas azules y sus banderas con aguilucho. El Arzobispado, para curarse en salud, ya ha dicho que su compromiso es "dar entierro a cristianos bautizados. Ya. Bajo palio otra vez. Y con camino adelantado, que Franco no tendrá que ir a ningún “pudridero”, ese sitio que existe, por ejemplo en El Escorial, donde los cuerpos de los reyes e infantes pasan al menos treinta años hasta que se momifican para pasar a la tumba definitiva. Eso ya lo tenemos hecho, que han transcurrido más de 40 años y el dictador genocida puede pasar directamente a la zona noble.
          Y es que no avanzamos. Mejor dicho, vamos p’atrás. Seguimos siendo “reserva espiritual de Occidente”, eso que tanto le gustaba decir al autodenominado Caudillo. Vale que el trato funerario preferente a las familias nobles y ricas es una tradición histórica, que choca con todas las normas sanitarias habidas y por haber, pero en estos días, los historiadores se han apresurado a desempolvar la Real Cédula de Carlos III que, ya en 1787 prohibía los enterramientos en las iglesias.
          Queda muy lejos, de acuerdo. Pero también el Concilio Vaticano, del que salió el Código de Derecho Canónico Vigente, que digo yo que habrá que conocer para ser obispo, prohibió enterrar dentro de los templos, en un intento por mitigar los privilegios funerarios de unos pocos, “salvo que se trate del Romano Pontífice o de sepultar en su propia iglesia a los cardenales o a los obispos diocesanos”. Es evidente que en España se lo han pasado por el arco del Triunfo, que en La Almudena también hay otros “ilustres” como los marqueses de Cubas o los marqueses de Urquijo o la propia Carmen Franco y su esposo, el marqués de Villaverde.
          Todos muy cristianos… Y ricos, que se habla de “donaciones” de decenas de miles de euros para sufragar la construcción de la catedral y, de paso, asegurarse reposar en sagrado por los siglos de los siglos.
           En fin, que si además de tener dinero encabezaste la gloriosa Cruzada, tienes todo el derecho a saltarte todas las normas, desde Carlos III a nuestros días. Que los de alta cuna tienen asegurada alta sepultura. Diga lo que diga Jorge Manrique.

No hay comentarios:

Publicar un comentario