Puede que, hoy por hoy, sea el sitio menos
malo para estar. Lo cual no significa que sea bueno. No es la Europa que
debería ser, no se acerca para nada a
ese modelo de unidad que soñaban los defensores de un Viejo Continente fuerte,
defensor de los valores democráticos, ejemplo para el mundo.
Pues
eso. Ni de lejos. Recordando el clásico mito griego, da ganas de que la vuelvan
a raptar. Para ver si la devuelven en mejores condiciones, claro. El caprichoso
y enamoradizo Zeus, transformado en un toro blanco, sedujo a la bella joven
Europa, llevándola lejos de su gente y de su tierra. Así, sin más, que para eso
era Dios. Y es que el universo mitológico griego estaba repleto de dioses que,
lejos de ser justos, adolecían de las mismas debilidades que el hombre, aunque
estaban dotados de poderes extraordinarios. Caprichosos y egoístas, no dudaban
en emplear la fuerza y el engaño, cómodamente instalados en el Olimpo y sin
preocuparse lo más mínimo por lo que pasaba abajo, entre los hombres.
De
todos es sabido que los dioses, los de antes y los de ahora, son caprichosos.
No entendemos nada los simples mortales de los designios divinos, y así ha sido
desde que el mundo es mundo, y aún antes. No hace falta tener una imaginación
desbordada para hacer un paralelismo lógico entre la actitud de los antiguos
dioses y el Gobierno de la Europa que padecemos. Cualquiera podría imaginar en
las reuniones del Consejo Europeo a nuestros
jefes de gobierno en el Olimpo de Bruselas, tomando néctar y ambrosía y
discutiendo ajenos a la realidad, ajenos a los comunes mortales a los que han
enviado al inframundo de la penuria y la miseria con unas políticas de ajustes
que han demostrado que solo sirven para seguir hundiéndonos en el pozo, para
alejarnos del cielo.
O a los que se ahogan en el Mediterráneo mientras se ponen
de acuerdo en cupos y políticas migratorias o nos echan en brazos del populismo
más obsceno., como si no recordaran lo sucedido no hace tanto.
No
queremos una Europa de los mercaderes, esa que sólo se pone de acuerdo en
cuestiones monetarias, de recortes, de políticas de ajustes, de objetivos de
déficits y demás zarandajas que sólo nos hacen la vida más difícil. Hay que dar
una vuelta completa y volver a los inicios, a la idea de una unión de países
solidarios, igualitarios, justos, humanitarios y compasivos. A la vieja idea de
la democracia que nació justamente aquí, a las orillas del Mediterráneo, y que
parece haber sido engullida por el mar que le dio la vida.
Puede que aún no sea tarde, que no haga falta
que la vuelvan a raptar. Que estemos a tiempo de rebelarnos contra los dioses
caprichosos que no miran por los humanos.
Aunque
la mitología nos cuenta que Europa, sumisa y débil, fue abandonada por Zeus en
Creta después de darle tres hijos y lo mejor de su vida…
No hay comentarios:
Publicar un comentario