Llevo más de una semana intentando
quitarme la caspa que quedó flotando en el ambiente en el mismo momento que leí
un sesudo artículo de un no menos sesudo diario (monárquico por más señas), a
propósito del look de las nuevas ministras.
Caspa, sí. Y no me refiero a esas escamas de piel muerta
que caen de la cabeza y cubren los hombros y la espalda como si hubiera nevado.
Que eso, al fin y al cabo, no se puede evitar siempre por mucho que lo prometa
la marca de champú de turno. Hablo de la acepción en figurado que de “caspa”
figura en los diccionarios, y que hace de los “casposos” a aquellos cuyas ideas
tienden a ser rancias, trasnochadas, de mal gusto, ordinarias, chabacanas,
ramplonas, zafias... Que huelen a naftalina que apostan, vamos.
Yo que me las
prometía tan felices pensando que esta entrada de aire fresco iba a acabar con
la epidemia de caspa, que amenazaba con cronificarse, a fuerza de mantillas,
novios de la muerte, medallas a vírgenes y santos y celebraciones pías a
discreción. Y mire usted
por dónde, nos echan de golpe un saco de harina, para que no se nos olvide
dónde estamos.
Hay que ver lo que han dado de sí los
atuendos de las 11 ministras del presidente Sánchez, mientras la gente normal,
los que huimos de la caspa como de la peste, nos quedábamos con la boca más o menos abierta valorando los
currículos de quienes dirigirán los destinos de España en los próximos meses.
Hombres y mujeres, por supuesto.
Para los hombres, el diario de marras
dedica unas cuantas líneas, las justitas para contarnos eso del traje oscuro y
la corrección. Que tenía que reservar espacio y afilar la pluma a la hora de abordar
la parte femenina, gloriosamente enorme, del Gabinete.
Teresa Ribera, la mayor experta en
cambio climático, se lleva la peor parte, aunque hay para todas. Desaliñada,
con colores insípidos, mal peinada y sin una pizca de maquillaje. Eso sí, en su
infinita misericordia, el diario le recomienda una marca que tan sólo cuesta
25€. Reyes Maroto es poco original y encima, lleva las faldas demasiado cortas.
Un pantalón de Zara, baratito también, es la recomendación. Margarita Robles
lleva zapatos anticuados, concretamente de los 90, y María Jesús Montero, a
pesar de su “buen chasis” (sic), tiene que controlarse a la hora de lucir
escotes o brazos al aire.
Mejor paradas salen Meritxell Batet,
aunque no se libra de ser calificada como “hippy chic”, y Carmen Calvo, a la
que no ponen demasiadas pegas.
Paro ¡Ay!, Nadia Calvino lleva los
mismos trajes que Melanie Griffith en
“Armas de Mujer”, es decir, que viste como en los 80. Otra con un “chasis de
aquí te espero” (también sic), es Magdalena Valerio, a la que sugieren
cariñosamente que vista más de blanco y menos de rojo. Eso sí, cuando tuvo cáncer lucía los turbantes como nadie. Como para ir a una boda
de los 90 se arregla Isabel Celáa, la portavoz, mientras Carmen Montón no ha
encontrado su estilo. Hasta encuentran un pero para Dolores Delgado, de la que
dicen es la ministra “más bella y moderna”. No obstante, debería llevar bolsos
más grandes. Que no se iba a ir de rositas.
Podría hasta encontrarle la gracia al articulito de pero no me da la gana. Que ya está bien de caspa y que tenemos que emplear todas las lociones, todos los champuses del mundo para desterrarla para siempre.
Podría hasta encontrarle la gracia al articulito de pero no me da la gana. Que ya está bien de caspa y que tenemos que emplear todas las lociones, todos los champuses del mundo para desterrarla para siempre.
Que bastante la hemos sufrido en
silencio.
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