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martes, 12 de junio de 2018

LA CASPA

Llevo más de una semana intentando quitarme la caspa que quedó flotando en el ambiente en el mismo momento que leí un sesudo artículo de un no menos sesudo diario (monárquico por más señas), a propósito del look de las nuevas ministras.
        Caspa, sí.  Y no me refiero a esas escamas de piel muerta que caen de la cabeza y cubren los hombros y la espalda como si hubiera nevado. Que eso, al fin y al cabo, no se puede evitar siempre por mucho que lo prometa la marca de champú de turno. Hablo de la acepción en figurado que de “caspa” figura en los diccionarios, y que hace de los “casposos” a aquellos cuyas ideas tienden a ser rancias, trasnochadas, de mal gusto, ordinarias, chabacanas, ramplonas, zafias...  Que huelen a naftalina que apostan, vamos.
        Yo que me las prometía tan felices pensando que esta entrada de aire fresco iba a acabar con la epidemia de caspa, que amenazaba con cronificarse, a fuerza de mantillas, novios de la muerte, medallas a vírgenes y santos y celebraciones pías a discreción.  Y mire usted por dónde, nos echan de golpe un saco de harina, para que no se nos olvide dónde estamos.
        Hay que ver lo que han dado de sí los atuendos de las 11 ministras del presidente Sánchez, mientras la gente normal, los que huimos de la caspa como de la peste, nos quedábamos con  la boca más o menos abierta valorando los currículos de quienes dirigirán los destinos de España en los próximos meses. Hombres y mujeres, por supuesto.
        Para los hombres, el diario de marras dedica unas cuantas líneas, las justitas para contarnos eso del traje oscuro y la corrección. Que tenía que reservar espacio y afilar la pluma a la hora de abordar la parte femenina, gloriosamente enorme, del Gabinete.
        Teresa Ribera, la mayor experta en cambio climático, se lleva la peor parte, aunque hay para todas. Desaliñada, con colores insípidos, mal peinada y sin una pizca de maquillaje. Eso sí, en su infinita misericordia, el diario le recomienda una marca que tan sólo cuesta 25€. Reyes Maroto es poco original y encima, lleva las faldas demasiado cortas. Un pantalón de Zara, baratito también, es la recomendación. Margarita Robles lleva zapatos anticuados, concretamente de los 90, y María Jesús Montero, a pesar de su “buen chasis” (sic), tiene que controlarse a la hora de lucir escotes o brazos al aire.
        Mejor paradas salen Meritxell Batet, aunque no se libra de ser calificada como “hippy chic”, y Carmen Calvo, a la que no ponen demasiadas pegas.
        Paro ¡Ay!, Nadia Calvino lleva los mismos trajes que  Melanie Griffith en “Armas de Mujer”, es decir, que viste como en los 80. Otra con un “chasis de aquí te espero” (también sic), es Magdalena Valerio, a la que sugieren cariñosamente que vista más de blanco y menos de rojo. Eso sí, cuando tuvo cáncer lucía los turbantes como nadie. Como para ir a una boda de los 90 se arregla Isabel Celáa, la portavoz, mientras Carmen Montón no ha encontrado su estilo. Hasta encuentran un pero para Dolores Delgado, de la que dicen es la ministra “más bella y moderna”. No obstante, debería llevar bolsos más grandes. Que no se iba a ir de rositas.
         Podría hasta encontrarle la gracia al articulito de pero no me da la gana. Que ya está bien de caspa y que tenemos que emplear todas las lociones, todos los champuses del mundo para desterrarla para siempre.
        Que bastante la hemos sufrido en silencio.

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