Han vuelto. Y que conste que no lo digo
yo. Lo dicen ellos, alborozados, exultantes, encantados de haberse encontrado
tras una larga temporada perdidos en el desierto, desnortados y sin encontrar
el rumbo.
Pero han vuelto, eso dicen, que yo no
tengo muy claro que se hayan ido nunca. Al menos, no del todo, que han enseñado
mucho más que la patita, y a las pruebas de los últimos años me remito. Y al
parecer eso era la modernidad, la derecha civilizada. La que ha perdido cuando
los otros han encontrado el sitio, como los toreros, y se han hecho con el
ruedo y con la plaza.
El caso es que me siento como la niña de Polstergeist
al encender la tele. Salvando las distancias, ni niña, ni rubia y trés décadas
después de estrenarse la peli. ¡Ya están
aquííí…! Apretar un botón y que te caigan encima todas las especies de
fantasmas, espíritus y momias del pasado, en pleno verano y con el calor del
mediodía.
Todos saliendo de la pantalla, la
familia, el derecho a la vida, las banderas en los balcones, el cambio de la
ley del aborto, la defensa con uñas y dientes de la educación concertada frente
a la pública, la guerra a los independentistas, la vuelta a la posibilidad de
ilegalizar partidos que “rompan la unidad”. España, España y más España, como
si durante este tiempo, antes de que volvieran, se hubiera llamado de otro
nombre o la hubiéramos tenido secuestrada.
Qué fatiga. Será que me ha pillado en
vacaciones, que se ha acabado el mundial y que no me apetece nada ver esa
imagen de banderas en los balcones como símbolo o reafirmación de no sé qué.
Como dice Jorge Drexler, “perdonen que no me aliste bajo ninguna bandera; vale
más cualquier quimera que un trozo de tela triste…”.
Pero en fin, han vuelto, y es lo que
toca. Muchos estarán contentos. El obispo de Córdoba se ha apresurado a
escribir en Twitter (que es obispo pero sabe del poder de las redes), “Hoy he
vuelto a oír el discurso de la familia, la vida, la unidad de España. Será un
sueño?" "-No, la realidad se impone a la ideología”. Pues no es un
sueño, ni tan siquiera una pesadilla, que de esas te despiertas y te olvidas.
Han vuelto. Y no nos queda otra que ir
limpiando telarañas para impedir que se acumulen y nos invadan.
Bueno, eso y apagar la tele para que no
salgan, que diría el llorado Forges.
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