Asisto, entre divertida y estupefacta, a
la diatriba organizada en las primarias del PP con la juventud como telón de
fondo. ¿Quién es más joven? Como si los pocos años fueran la panacea, o al
menos, garantía de modernidad, de empuje, de mente abierta. Pero ahí está,
circulando, un “anónimo” vídeo en el que, con la juventud como excusa, una
parte del partido (y no señalo a nadie, que bien señalado/a está el
ideólogo/a), se intenta hacer campaña con el fondo de “Cuéntame”.
Pues sí, habría mucho que contar. Cierto
que los dinosaurios siguen poblando el espacio “popular”, que no se han
extinguido ni tan siquiera con los meteoritos caídos en los últimos tiempos.
Pero también han criado, y del mismo modo, existen otras criaturas prehistóricas
pululando por ahí, disfrazados de maduros interesantes, y hasta de jóvenes.
Una parte de los aspirantes a suceder a
Rajoy parecen haberse aferrado con uñas y dientes a lo de “juventud, divino
tesoro”, y la otra, a lo que siempre se ha dicho, que la experiencia es un
grado. Y ni una cosa ni la otra.
Me ponen los pelos de punta algunas de
las propuestas del joven y apuesto Casado, más propias de esa época en la que
los dinosaurios poblaban la Tierra, y de la experiencia de la otra, qué queréis
que os diga, que la habéis sufrido igual que yo. De los y las que van detrás de cada uno, no
hablo, que eso daría para otra columna en la que la edad no fuera protagonista.
Por no hablar de las preferencias de Vox o Hazte Oír, que independientemente de
la edad de sus integrantes, defienden ideas antediluvianas.
En cuatro días habremos resuelto la
incógnita, sabremos lo que pesan las mochilas de unos y otros, incluso la del
que afirma no tener mochila. Sabremos si los compromisarios apuestan por el
tesoro de la juventud o el grado de la experiencia, si toca cantar la última
canción del verano o el añoso Cuéntame.
Mientras tanto, y sin mirar edades, cada
cual va recabando sus apoyos, alguno muy “venerable”, entendiendo por esto a
quienes llevan siglos en el Partido, y precisamente por eso conocen todos los
tejemanejes y puede que tengan más opciones.
Al fin y al cabo, en unas primarias sin
debate, los interesados tendrán que agarrarse a algo para elegir. Aunque sea
algo tan peregrino como la edad, o el sexo, que al parecer también es muy
importante ser o no mujer, según en el bando en que se sitúe cada uno.
En cuatro días sabremos si el divino
tesoro, que se pasa con la edad, como todos conocemos, o la experiencia, que
tampoco significa garantía, habrán convencido a los poco más de tres mil
compromisarios populares. Lo que está claro es que jóvenes y menos jóvenes no
parecen estar dispuestos a practicar la tan traída y llevada integración.
Vamos, que sólo puede quedar uno. O una.
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