Una se pasa la vida buscando palabras frescas, para
compartir, para regalar, para aprender, para ampliar el breve y rancio
vocabulario, el puñado de términos que repetimos hasta el aburrimiento. A
veces, las encuentras y otras, te encuentran ellas a ti. Se instalan en tu
cerebro, en la punta de la lengua, pugnando por salir, bien porque lleve mucho
tiempo encerrada, sin que nadie se apiade de ella, o bien porque haya pasado a
la categoría de palabras moribundas. En desuso, desterradas del diccionario.
Y así me he encontrado (o ella ha dado conmigo) con “Oneirataxia”, que por mis escasos
conocimientos de griego, por etimología, porque la RAE ya la ha descatalogado,
significa algo así como Incapacidad de distinguir entre realidad o
fantasía. Así de sencillo. Tan clarito, que sigo sin explicarme cómo no
está, a diario, en una docena de titulares, en todos los informativos, en la
mesa de casa a la hora de la comida o en las charlas de los bares.
Vale que no es fácil de decir, pero cosas mucho más
complicadas hemos incorporado a nuestras conversaciones, y con mejor o peor
pronunciación, las usamos cada vez que abrimos la boca. Pero por Dios, si ahora
que la palabreja me ha poseído, no puedo ver a un gobernante especialmente del
club Rajoy), hablando de lo que sea, que no me venga a la mente.
Cada vez que hablan de recuperación, de crecimiento
superlativo, de empleo de calidad, de España como modelo entre los modelos en
cualquier tema, de pensiones garantizadas, de salarios que se incrementan o se
mantienen, de corruptos que sólo son manzanas podridas en un cesto lleno de
fruta sana, se me llena la boca de “oneirataxias”. Que no, que igual ellos, que
no lo sufren, no puedan distinguir entre ficción y realidad. Que a fuerza de
perfeccionar la mentira, de dorar la píldora para hacérnosla tragar, me da que
han perdido la cordura, porque lo dicen con un convencimiento…
“Somos la envidia de Europa”, “A pesar de la crisis, las
pensiones no han perdido su poder adquisitivo”, “Estamos creando más empleo y
de mejor calidad del que había antes de 2008”, "La recuperación es un hecho
incuestionable”… Oneirataxia, oneirataxia y oneirataxia.
Se han creado un país imaginario, y quieren que seamos sus
amigos. No recuerdo haber tenido ni de niña un amigo imaginario. Igual es que
no me hizo falta, en una familia numerosa y en un pueblo en el que la vida se
hacía en la calle, y la calle estaba llena de niños que, como sabéis, aunque
tengan sus fantasías, siempre dicen la verdad.
La infancia de Rajoy y de sus chicos/as no debió ser como la
mía. Sigue teniendo un país imaginario…Y no sólo lo tiene, sino que allí sólo
entra quien él quiere, y a quien no cree sus fantasías, lo echa con cajas
destempladas.
Y aquí, en el mundo real seguimos, buscando palabras frescas,
aunque estén descatalogadas.
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