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miércoles, 21 de febrero de 2018

Desde Macondo. LA EPIDEMIA REINANTE

Coincidiendo con el centenario de la mal llamada Gripe Española de 1918, que ocasionó millones de muertos en todo el mundo, he leído por alguna parte el interés informativo que suscitó, y que eclipsaba, en algunos momentos, las noticias de la Gran Guerra, en la que nuestro país no participó. Al parecer, los periódicos de la época dedicaban sus primeras páginas a las esquelas, y, como en el caso de La Vanguardia, tenían una sección fija denominada “La epidemia reinante”.
          Ahora casi no quedan periódicos en papel, y no es lo mismo ver en digital los “cintillos” de cada apartado, más allá de Nacional, Internacional, Economía… Justo cuando necesitaríamos, para leerlo o para saltárnoslo directamente, un llamativo encabezamiento que nos permitiera agrupar, sin perdernos, las corrupciones nuestras de cada día. Nuestra epidemia reinante.
          No sé en qué momento hemos asumido como normales los episodios nacionales de corrupciones varias; cuándo hemos decidido, consciente o inconscientemente, acompañar el pan, la mantequilla y el periódico del desayuno diario  por un sapo, de esos gordos, viscosos, con verrugas y ojos saltones a los que hemos aceptado como animales de compañía. Así, sin más, venciendo la nausea y tragándonos la bilis.
          Por eso debería haber una sección fija en todos los periódicos, del formato que sean, en los informativos de radio o de televisión y hasta en las redes sociales. Para que cada cual decida con qué desayuna, si pone en su mesa dulces y café, o si opta por desayuno salado, batidos detox o las siempre saludables frutas.
          Como la Gurtel, la Púnica, los ERE, Lezo, Fórmula 1, los Pujol, el caso Rato, las sociedades off-shore, amnistías fiscales, los millones en Suiza, las mil y una formas de defraudar a Hacienda o los paraísos fiscales pululan a su antojo por los canales informativos, no hay forma de eludirlos. Los sapos tienen nombre de banqueros, de Bigotes (ahora afeitados) de empresarios de pro, de Correas arrepentidos, de “yonquis del dinero”, de Bárcenas nadando y guardando la ropa, de nobles, de ministros y presidentes, de partidos enteros, de actrices y actores, de miembros de la realeza y alrededores,  y hasta de premios Nobel.
          Y corremos el riesgo de incorporarlos, sin más al discurrir de nuestras vidas. A que en un momento dado, las noticias de la “epidemia reinante” ya ni nos asusten ni nos escandalicen.
          A que sean rutina. Como levantarse y acostarse. Porque es lo que toca en nuestra época. Son nuestros episodios nacionales, y  hasta somos capaces de bromear con ello. A ver quien toca hoy; soy la única tonta que no se ha llevado nada, .qué sapo nos espera para desayunar…
          Dentro de un siglo, alguien debería poder escribir algo así como “la corrupción era tal, que hasta tenía sección fija en los periódicos”. La epidemia reinante.

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