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jueves, 31 de agosto de 2017

Desde Macondo. CUALQUIER SEPTIEMBRE PASADO

No sé si fue mejor. Depende de nuestro “parescer”, que diría el poeta  recordando cómo se pasa la vida, tan callando. Mañana será septiembre, pero tan distinto de aquellos otros… De cuando septiembre siempre era un comienzo. Pesaba el recuerdo del verano, salvaje y libre, pero algo empezaba. Era la vuelta a las aulas, zapatos nuevos (Gorila, con la pelotita verde), era ordenar apresuradamente las vivencias y las anécdotas de vacaciones atropelladamente,  para ser contadas; era reencuentros y promesa de un largo curso con muchas cosas por descubrir.
Septiembre eran libros forrados, cartera nueva o heredada, lápices aún sin morder y cuadernos a veces reciclados y, con suerte, sin dos rayas. Y hasta con espiral. Olor a mosto por las calles, camino del cole, y carreras tras los tractores rumbo a las bodegas  para conseguir un racimo de uva magullada y sucia de tierra que nos sabía a gloria.
Era el mes con mayúsculas, el mes por excelencia, porque en septiembre empezaba todo. Hasta las Navidades, que veíamos ya tan cerca... Crecimos, y septiembre siguió siendo el principio. El Instituto empezaba en octubre y la Universidad, a veces casi en noviembre. Pero ningún mes podía quitarle el protagonismo. En el río de la vida, septiembre era el nacimiento, el otoño, el curso político, la vuelta al trabajo tras el verano, los días más cortos, las noches más largas...
Echando la vista atrás, creo he amado y odiado septiembre casi por igual en las distintas etapas de la vida, aunque avivando el seso recordemos con nostalgia los mejores, los de antaño, que la edad aprieta y hay que acumular lo mejor del pasado para afrontar el presente. Y el futuro.
Mañana será septiembre, y veremos que nos depara esta vez, con ilusiones escasas e incertidumbres abundantes. El verano nos ha concedido poca tregua, el año político empieza crispado, con el recuerdo de los muertos en el atentado, las incógnitas del procés, la recuperación incierta, una vez que acabe el boom turístico que ha mejorado artificialmente las listas del paro, con el mundo revuelto, el racismo y la xenofobia creciente, el brexit amenazando el orden en la vieja Europa y el universo entero pendiente de las patochadas de dos descerebrados, en Corea y Estados Unidos, que pueden acabar de un plumazo con el río de nuestras vidas.
En fin, que no hay sensación de comienzo de nada y, tal vez por eso, hayan venido a mi memoria esos otros septiembres, los que eran como debían ser. Sin repetir curso. El principio de todo. 

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