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miércoles, 1 de junio de 2016

Desde Macondo. DINEROS SON CALIDAD

Cuando aún no he podido digerir, ni creo que lo haga nunca, el vergonzoso acuerdo económico de la Unión Europea con Turquía para sacudirse el problema de los refugiados, leo una noticia que me hiela la sangre y deja bajo mínimos mi confianza en el ser humano: “Un pueblo suizo paga 260.000 euros para no acoger a diez refugiados”. Es el titular, así, sin anestesia.
       Las posteriores explicaciones no hacen más que ahondar en la nausea. Los residentes de Oberwil-Lieli, una localidad de 2.200 habitantes, 300 de ellos millonarios, se opone a aceptar la cuota de acogida propuesta por el Gobierno suizo. Consideran que tienen un pueblo precioso y no quieren que se estropee. "Ellos no encajan aquí", sentencian.
       Y ya está. Echan mano a la chequera y problema resuelto. Dineros son calidad, que diría don Luís de Góngora. En estos tiempos del cólera, en los que se piensa con la cartera más que con la cabeza, y el corazón es tan sólo la bomba que permite mantener la renqueante maquinaria de la vida, puede comprarse y venderse todo. El llanto, el miedo, el dolor, la desesperación y hasta la vida misma. Toda la vida, todas las libras de carne que a punto estuvieron de costar la vida al judío Shylock del Mercader de Venecia.
       Hemos caído tan bajo que hasta hemos puesto precio al ser humano. Vivo o muerto. Hacinado en un campo de refugiados o ahogado en el Mediterráneo. Podemos aplaudirnos a rabiar por acoger a una docena de desgraciados, y llenar portadas porque hemos traído a un niño a curar sus heridas del cuerpo y del alma, y mirar hacia otro lado porque ya hemos pagado lo suficiente para que otros se hagan cargo del problema.
       Y poner vallas, levantar muros y fronteras para que no se cuele nadie que no encaje, que estropee nuestros pueblos y ciudades. O cerrar las rutas marítimas obligándoles a tomar otras más peligrosas. Si se ahogan, ya no habrá que pagar por ellos. Porque la humanidad, la solidaridad, la compasión, no entran en nuestra zona de confort. Dineros son calidad, y lo demás, molestias.
       Crece la nausea dentro de mí mientras veo la imagen de un bebé ahogado. Muy pequeño. De muy pocas libras de peso. Y calculo cuánto dinero nos hemos ahorrado.

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