Pensamientos, ideas, palabras que engulle la arena en el mismo instante en que se han escrito

miércoles, 8 de junio de 2016

Desde Macondo. NOCHE OSCURA

Cómo están las cabezas. Pienso en la “Noche N”, la del pistoletazo de salida de la campaña electoral (de otra campaña electoral), y de inmediato se me viene a la mente la Noche Oscura de San Juan de la Cruz. Ya sabéis, el corazón tiene razones que la razón no entiende. Y mi cabeza, ni os cuento.
        El caso es que, aparte de lo que me gusta la poesía del santo místico, que es muchísimo, he recordado los comentarios de texto de mi juventud, esos que desmenuzaban sin piedad las obras, aunque fueran pías, para buscar intenciones ocultas, segundas lecturas, interpretaciones raras hurgando en cada línea para, supuestamente, conocer las intenciones del autor o autores, que seguro se estarían riendo de nosotros desde sus respectivas tumbas. Y así, deducíamos que el término "noche oscura” se utiliza para definir una crisis espiritual que acaba en gozo, una vez alcanzadas la verdad y la luz.
        Lo mismito que esta noche. A las 12 en punto comienza el viaje. Pegada de carteles, palabras de aliento, y dos semanas por delante pensando en encontrar el Paraíso al final del viaje. “En una noche oscura, con ansias en amores inflamada, ¡oh dichosa ventura!, salí sin ser notada, estando ya mi casa sosegada”.
        Dos semanas de noche oscura, de viaje a ninguna parte, acompañada a todas horas por eslóganes más o menos graciosejos, por musiquillas irritantes y megafonías cansinas, de carteles, de vídeos a cual más infames, de mensajes machacones, de calles tomadas por caras sonrientes colgadas de farolas y fachadas… Y de no ser tú, sino tu voto.
        Es la campaña. Con sus debates, sus repartos de propaganda, sus encuentros con jóvenes, mujeres, empresarios, colectivos varios… Seguro que todo os suena. Porque todo se repite, aunque cambie el atuendo cuidadosamente elegido, ni muy progre ni demasiado serio, que todo tiene sus lecturas, y hasta se valora que los candidatos bailen, o canten o hagan puenting, convencidos de hacer lo que deben, esforzándose en poner la sonrisa profidén, en contar los abrazos por docenas y los besos por centenas; y los kilómetros por miles, y las palabras, por millones.
        Y de llegar a casa con la clara conciencia de que están pasando su noche oscura, y les espera un día luminoso.
        A estas alturas de columna, creo que habréis deducido que me aburren las campañas electorales. A veces, hasta me crispan. Pero es lo que hay. Son dos semanas de noche oscura sin garantías de que amanezca cuando terminen. Dos semanas para que se cuelen en nuestras vidas docenas de señores y señoras amables hasta lo empalagoso, de paseos por el centro de tal o cual candidato/a, del tierno beso al niño-foto del día-, de redes sociales infectadas y televisiones colonizadas.
        Lo peor es que nos pilla muy cansados, que la noche oscura llega cuando casi todo está apagado y hay pocas esperanzas del final feliz que cantaba San Juan de la Cruz, del reencuentro con la luz y la alegría: “Quedéme y olvidéme, el rostro recliné sobre el Amado; cesó todo y dejéme, dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado”.
        Feliz campaña.

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