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lunes, 3 de junio de 2013

POLTERGEIST (Fenómenos extraños)

Ahora que lo alemán es lo que pita, y que no hay nada de normal en lo que está pasando, me viene a esta cabeza que no para el recuerdo de Poltergeist, esa película que nos asustó a todos, en mayor o menor medida, hace ya treinta años.
          Viendo las noticias, los programas de debate, los resúmenes de actualidad, me siento como la niña de la historia (más crecidita y sin ojos azules), mirando la pantalla y diciendo eso de "ya están aquiiiiiii"...
          Y empiezan a desfilar todos los fantasmas que nos acosan y nos hacen la vida imposible. Un chisporroteo en la pantalla, una luz brillante, y sale el sobre de turno, con su correspondiente cara nada fantasmagórica, sino oronda y satisfecha; otro destello y aparece un ministro hablando de sacrificios, o de tocar fondo, o de la Virgen de Fátima; otro flash, y el jefe supremo, desde el plasma como corresponde, intenta explicar lo inexplicable y justificar lo que no tiene perdón de ese Dios que le manda hacer las cosas.
          Sigo mirando fijamente mientras un obispo habla de endemoniados y exorcismos (que vienen muy al caso en este artículo), y un presentador recomienda a los parados rezar y poner velas. Eso sí, vestidos con decoro, que también lo dice la tele.
          Y un pequeño Napoleón con un extraño no-bigote nos anuncia que está dispuesto a salvarnos mientras una ministra ha perdido la memoria enterrada en montañas de confeti, tules de comuniones repetidas y abrazos de muñecos de peluche en Disneyland. Y una Europa que no es la joven virginal que raptó Zeus convertido en toro; y una troika que no es un carro recorriendo las estepas rusas, sino varios terroríficos señores de negro.
          Entre ellos, con más sombras que luces, la pantalla nos envía la imagen de mareas de colores, de jóvenes con maletas, de colas del paro, de mendigos tumbados en las calles que antes pisaban con pie firme, de colegios cerrados, de dependientes manifestándose en sus sillas de ruedas, de miles de médicos y profesores despedidos, de sueldos recortados hasta perder el nombre, de abuelos de mirada perdida buscando sus pensiones o sus ahorros enterrados en preferentes...
          Son tantos fenómenos extraños que dejan corta a cualquier película de terror. Y ya están aquí. No hace falta ni encender la tele. Los poltergeist están por todas partes. Están aquí.

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