Jamás
tres letras dieron para tanto. Nunca unas siglas hicieron correr tantos ríos de
tinta. Si acaso, alguna de las importantes, como ONU, FMI o el banco europeo de
nuestros dolores, el BCE. Pero esto son palabras mayores. Internacionales y que
afectan a millones de personas. En ningún caso, tres letras modestitas, de
ámbito restringido y de uso tan doméstico como la cuchara o el tenedor.
Pero
ahí lo tienen. Una tarjetita de unos cuantos centímetros ha sido protagonista absoluta de la actualidad
de la semana. Y a cuenta de ella, hemos aprendido un montón de cosas. Ahora ya
sabemos que nació en 1944; nos hemos enterado, por el asunto de la numeración,
que la Familia Real tiene reservados del 10 al 99. Saltándose el 13, que no hay
que tentar a la suerte. Y que el 1 era de Franco, el dos de su señora y el tres
de Carmencita. Como debe ser. Por cierto, y hago un inciso, el Generalísimo
también tenía el carné nº 1 de periodista. Yo tengo el 10.726, como veis, estoy
muy lejos y eso me tranquiliza sobre las confusiones. Aunque ambos empiezan por
el mismo guarismo y vaya usted a saber…
Sigo
con el DNI, que es la estrella de la actualidad. El 14 concretamente. Y me ha
dado por pensar que si no se hubiera reformado, si se hubiera mantenido esa
casilla con la que nació y vivió durante décadas, en las que se señalaban
cuatro categorías de ciudadanos, nobles, ricos y pobres de solemnidad (sic), no
hubiera habido confusión ni noticia. El 14, unido al 1 en la casilla
correspondiente, dejaría todo claro.
Y
todo sigue azuloscurocasinegro, como el título de la película. Nos repiten que ha sido un error, mientras
los que entienden del tema aseguran que es imposible una equivocación tan gorda
con un número tan pequeñito, en el que no caben tantas fincas, pisos y
propiedades.
He
aprendido mucho sobre la Historia del DNI, en lo que podría llamar
conocimientos inútiles (aunque ningún conocimiento lo sea), pero me he quedado
en blanco, como el 99,9 por ciento de los españolitos sobre el fondo de la
cuestión.
Miro
agradecida mi carnét, sin chip y de los antiguos, porque no cumple hasta el
2017, y me ronda por la cabeza la idea de solicitar uno nuevo. He leído que los
números del 4 al 9 están vacantes, quizá porque Franco pensara en tener familia
numerosa. Tal vez si me toca uno de esos
números mágicos aparezcan en mi cuenta corriente unos cuantos ceros, y en mi
patrimonio, media docena de fincas.
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