Pensamientos, ideas, palabras que engulle la arena en el mismo instante en que se han escrito

viernes, 7 de junio de 2013

LOS JUEGOS DEL HAMBRE

Mientras nos bombardean, como si fuera una primavera cualquiera, con anuncios de barritas dietéticas, carísimos productos "light" y cremas anticelulíticas, leo en un diario nacional un artículo que me sobrecoge. Habla del hambre, y reproduce el relato de una maestra a la que un niño le dice “Profesora, hoy para desayunar traigo el bocadillo mágico: pan con pan. Y yo decido qué lleva dentro”.
          Y no puedo por menos que imaginarme a la madre o el padre que se vean obligados a contarle tal cuento al niño. Un cuento de supervivencia, como Los Juegos del Hambre.
          El bocadillo mágico es el que sin duda tiene que tomar un número de personas que no me atrevo a citar. Vamos conociendo retazos de la novela. Ayer, que casi tres mil niños en Barcelona estaban desnutridos; antes, que un instituto en Aragón deja en un aula leche y galletas para que los alumnos, ya mayorcitos y conscientes de lo que pasa, no tengan que pasar la vergüenza de pedirlo.
           Hace unos días, que otros pequeños se mareaban en clase, que estaban tristes y distraídos o que comían mucho y deprisa cuando les ofrecían una merienda.
          Y así, por capítulos, vamos digiriendo los Juegos del Hambre hasta hacerlos formar parte de la normalidad ¿Cómo va a ser normal? En Finlandia, que siempre nos ponen como paradigma del mejor sistema educativo, la comida es obligatoria y gratuita en todos los centros. Forma parte de la educación, de la socialización. Y allí no es por necesidad, no es por hambre.
          Aquí, cerramos comedores, quitamos becas y condenamos a nuestros niños a comer bocadillos mágicos, si tienen la suerte de que los magos puedan comprar pan.
          Me pong enferma cada vez que veo a un gobernante aplaudiéndose a sí mismo, encantado de haberse conocido, hablando de hacer lo que Dios manda, realizando pomposas declaraciones sobre esfuerzo y sacrificio para salir de la crisis ¿Cómo serán los bocadillos de sus hijos? Seguro que no tienen que echar mano de la imaginación para ver el jamón, o el queso o la nocilla.
          Es obsceno que en Madrid, tras cerrar comedores y quitar becas, se destine una partida de 90 millones de euros para subvencionar uniformes en colegios privados. O que se haya aumentado en un 1.700% el gasto en material antidisturbios, sin hablar de los gintonic del Congreso. En un país con la salud en venta, líder en desigualdades y pobreza, en el que dejamos que se mueran o se maten los más pobres, no hay lugar para las autocomplacencia, para que nadie, nadie, diga que lo está haciendo bien.
          Nelson Mandela aseguraba que una nación no debe juzgarse por cómo trata a sus ciudadanos con mejor posición, sino por el trato a los que tienen poco o nada.
          Y en ese juicio, la España de hoy está condenada.

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