Pensamientos, ideas, palabras que engulle la arena en el mismo instante en que se han escrito

jueves, 20 de junio de 2013

Desde Macondo. EL RIO QUIETO

No existiría Macondo sin el río. Y nosotros tampoco. Cuando los Buendía pensaban que no llegarían a ninguna parte, apareció un río de aguas diáfanas, que se precipitaban sobre un lecho de piedras blancas y enormes como huevos prehistóricos. Y empezó la vida.
        Es 20 de junio y es el día del Río, con mayúsculas. Es el aniversario de esa fecha en que el Tajo dejó de ser el río quieto de la memoria de Rafael Morales (“por mi ciudad pasa un río quieto en el instante mismo en que yo lo recuerdo”, para luchar por convertirse en el río de la vida. Como en Macondo.
        Y aquí seguimos. El agua, cuando corre, que no es el caso, nos trae rumores de planes hidrológicos, de trasvases, de metros cúbicos escasos, de pasado pisoteado y de futuro cercenado. De lucha también. No debiera ser yo quien ocupe este espacio tal día como hoy; tendría que haberlo cedido a los que se empeñan desde hace años por recuperar el Tajo, por volverlo a la vida., y que saben mucho de caudales ecológicos y de su ausencia absoluta.
        Pero a veces, el corazón puede suplir la falta de conocimiento. Si se escribe desde el corazón y hacia los corazones. El río nos sacó a la calle hace años. Nos empujaron unas aguas quietas que debieran haber sido torrente y que eran mezcla de lodo con burla y tristeza.
        Ha llovido en este tiempo, unos años más que otros, pero ninguno a nuestro gusto. Por eso es el día del Río y lo debe seguir siendo. Es difícil en estos tiempos en los que los problemas nos asedian por los cuatro puntos cardinales fijar la vista en las aguas quietas. Es agotador chocar siempre con el mismo dique, el que nos bloquea la vida y el futuro, pero es el momento.
        Tal vez el río sea lo que nos lleve a sacudirnos esta resignación que nos amodorra y nos corta las alas, que nos deja enredados entre el lodo y los juncos quietos en el recuerdo de tiempos mejores.
      Cuando los primeros habitantes de Macondo descubrieron el río, el mundo era tan reciente que muchas cosas no tenían nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo. Este 20-J es el momento preciso para crear nombres como aves, naturaleza, agua, río… 
      Y vida.

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