Pensamientos, ideas, palabras que engulle la arena en el mismo instante en que se han escrito

miércoles, 14 de diciembre de 2016

Desde Macondo. LA HUCHA ROTA

Cada vez que oigo hablar de la hucha de las pensiones me acuerdo del Coronel. El que no tenía quien le escribiese. Siempre me ha conmovido este libro (el segundo en mi lista de preferencias de la obra de García Márquez), que se lee de un tirón y deja la sensación agridulce que da la resignación ante la desgracia, el constatar que no hay mucho que se pueda hacer. Que es lo que toca. Nada para el coronel. No tiene quien le escriba. 
          La crisis nos ha dejado en la retina, y en el alma, mil y una imágenes de jubilados rebuscando en contenedores, de pensionistas manteniendo a sus hijos, de ancianos helados-con los huesos húmedos como el coronel-porque no pueden poner la calefacción, o ardiendo por calentarse con un brasero y alumbrarse con velas, de preferentistas estafados y sin posibilidad de una vejez tranquila. Y también de jóvenes y menos jóvenes que nunca tendrán pensiones. 
          Nos venden la milonga de que hay que invertir en nuestro futuro, contratar planes privados. Pero tampoco hay maíz para alimentar al gallo que, algún día nos sacará de la ruina. Los salarios de hambre, que no permiten llegar a fin de mes, menos aún nos posibilitan llegar al final de la vida con dignidad. No hay carta para nosotros. No tenemos quien nos escriba, y van pasando los años.
          Nos han roto la hucha en la que, monedita a monedita, hemos ido dejando nuestro granito de arena para que todos, los que han cotizado, los que lo necesitan, los que han pasado una larga vida de trabajo, tengan una recompensa justa.
          Y el cerdito de barro ya no se puede recomponer. Hay que hacer uno nuevo, al que todos empiecen a engordar. Y digo todos, especialmente los que nunca lo han hecho y han preferido llevar su dinero fuera a asegurar el bienestar de sus conciudadanos. Dicen las encuestas que la mayor parte de la población es pesimista respecto a su futuro, al futuro de las pensiones. Yo también, y no nos falta razón, viendo con qué alegría dan martillazos al cerdito de barro y meten la mano para sacar nuestra vejez.
          Como el coronel, salimos a la calle cada día buscando las buenas noticias. Las de verdad, no las maniobras de distracción con que nos obsequian nuestros dirigentes, antes de constatar con tristeza que nunca tendrá esa pensión por su larga vida de servicio a la patria, que “nosotros ya estamos muy grandes para esperar al Mesías”. 
          La solución no vendrá del cielo. Ni dejando pasar los años y las legislaturas. El presente es importante, pero el futuro, también, porque allí estaremos todos.
          Y hay que empezar a solucionarlo ahora, no esperando milagros que, como la carta del coronel, nunca llegan.

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