Pensamientos, ideas, palabras que engulle la arena en el mismo instante en que se han escrito

jueves, 3 de diciembre de 2015

Desde Macondo. TIEMPO DE MANTRAS



Igual que los Aurelianos y los Arcadios se suceden sin remedio en la vida circular de  Macondo, así se repiten hasta lo insoportable determinados mensajes en este tiempo que nos ha tocado vivir, especialmente ahora elecciones mediante. Es tiempo de mantras y nos vamos a hartar.
       Más que de turrones y mazapanes, que es lo que toca, nos vamos a dar un atracón de . herencia recibida, deuda, bajada de impuestos, unidad de España, de las cosas como Dios manda, de hacer lo que hay que hacer, de compromisos de acabar con el déficit, de empleo y de  desempleo, de bajadas de impuestos, de renta básica, de café para todos, de futuro perfecto…
       Un mantra, según el diccionario, es una sílaba, palabra o frase que se recita (machaconamente, añado yo), para invocar a la divinidad o como apoyo de la meditación. A todos los dioses, y a más si hubiera, tenemos que invocar para separar el trigo de la paja, para que, a fuerza de escucharlos, no acabemos tragando mantras, por muy azucarados que nos presenten, por muy brillante que sea el papel en que los envuelvan. Ya podemos ponernos manos a la obra con el ora pro nobis, hare Krisna, Om, o Alá es grande. O cualquier otra letanía.
       El mantra, todos los mantras, se opone diametralmente a la originalidad. Supone la pasividad frente a la acción, la inactividad frente al trabajo, la resignación frente a la búsqueda de soluciones. Y esto vale para los de izquierdas, los de derechas, los del centro y los que no son carne ni pescado.
       Para nosotros, los votantes, también. Que no querremos ser el santo Job, ya saben, el de Dios me lo dio, Dios me lo quitó. Entre otras cosas, porque no creemos que la recompensa esté en el cielo. Y hace tiempo que dejamos de creer eso de que se premia a los buenos y se castiga a los malos. Amén, que también es un  mantra.
       Desde esta misma noche estamos en campaña electoral. Dos semanas en los que nos lloverán mensajes sin que podamos esquivarlos, sin que tengamos dónde guarecernos. Y queremos mantras nuevos que sustituyan a los de siempre ya manidos, desgastados de tanto usarlos como promesa o como excusa. Toca sustituirlos por ideas, esfuerzos, ilusión, alegría, confianza. Meditando no llegamos a ninguna parte, y lamentándonos, tampoco.
       Ni escondiéndonos en Macondo, por lo que me toca.
       Amaranta Úrsula, mucho después del diluvio, volvió llena de vitalidad y energía a la casa, y abrió puertas y ventanas para espantar la ruina (sic). Por cierto, volvía de Bruselas. Que también es un mantra..

No hay comentarios:

Publicar un comentario