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miércoles, 9 de diciembre de 2015

Desde Macondo. PERSONAJES

Extraña esta campaña electoral que estamos viviendo, en la que los contendientes, más que candidatos o personas, simplemente, son personajes. Dice el diccionario de la RAE, siempre dispuesto a poner las cosas en su sitio, que personaje es"Cada uno de los seres reales o imaginarios que figuran en una obra literaria, teatral o cinematográfica ". O en un progama de televisión, o en un cómic. O escapadas directamente de un cuadro de Velázquez (operación Menina).
       Los hemos visto a todos en un programa de aventuras, haciendo puenting o escalando montañas; en rallyes de alto riesgo, bailando como posesos en coreografías estúpidas, jugando al futbolón o cocinando mejillones; como "estrellas invitadas en programas del corazón y hasta haciendo la compra con media docena de cámaras detrás.
      Auténticos personajes que, más frecuentemente de lo deseable, nos hacen pensar en todo menos en política seria. Imaginaba yo la noche del debate, la noche N del día D, a Rajoy repanchingado en su sillón, cual don Pantuflo Zapatilla, con su batín, puro y Marca en ristre, mientras en la pantalla Zipi, ZapeSapientín y doña Hipotenusa se batían el cobre. Y me salía una historieta de cómic perfecta. Aunque el padre de los traviesos gemelos sea del Barça, y el presi, del Madrid.
       La política-espectáculo que podría justificarse en pequeñas, pequeñísimas dosis, nos sale por las orejas, que no hay vez que se enchufe la tele y no salga algún candidato en modo superstar. Está bien que se acerquen al pueblo, que muestren un poco de esa "piel" que Floriano echaba en falta en un desafortunado video de precampaña del PP. Pero esto no.
       No es de recibo que los votantes, los que están sufriendo lo peor de la crisis, los que no llegaban antes a fin de mes, y ahora no se acercan ni a la mitad, los que han tenido que cerrar su negocio, los que se apañan con la exigua pensión de los abuelos, los que capean el frío del invierno con la pobreza energética, que se extiende como una balsa de aceite, los miles y miles de personas que acuiden a los bancos de alimentos, los jóvenes que sólo ven su futuro fuera de España, tengan que pasar por el amargo trance de ver a los futuros padres de la patria cantando, bailando, aprendiendo a encender la vitrocerámica, haciendo excursiones en helicóptero o rallyes por el desierto.
      Eso no es piel. Es más bien el pellejo que sobra tras una operación de estética y que no sirve para nada, que va directamente al cubo de los desperdicios. Los ciudadanos, los sufridos votantes, se merecen algo más que saltimbanquis, bailarines o aspirantes a masterchefs. No sé a ustedes, pero yo no me creo que estén pensando en los pobres, en los parados, en los dependientes, mientras muestran sus habilidades con la guitarra, en la cocina o jugando al dominó. Pretendiendo crear cercanía, crean distancia.
      Cuando el coronel Aureliano Buendía regresó a Macondo, con mando en plaza, decidió trazar un círculo de tiza a su alrededor para que nadie se le acercara demasiado, a menos de tres metros. En el centro de este círculo que sus edecanes trazaban dondequiera que él llegara, y en el cual sólo él podía entrar, decidía con órdenes breves e inapelables el destino del mundo".

      Nuestros gobernantes han salido del círculo. Y volverán a él después del 20-D. Cuando dejen de ser personajes.

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