Pensamientos, ideas, palabras que engulle la arena en el mismo instante en que se han escrito

jueves, 11 de julio de 2013

Desde Macondo. PAPELES

No voy a hablar de los de Bárcenas, que me indignan, me entristecen  y me fatigan casi a partes iguales. Y que ya son como de casa, presentes en todos los círculos, en todas las conversaciones, en la piscina, en el parque, en la cola del supermercado, en la del paro, por supuesto…Y en la retina. Que levante la mano quien no haya mirado con más o menos atención esos apuntes con letra picuda subrayada en amarillo.
        Pero esto es Macondo, y aquí los únicos papeles que valen son los de Melquiades, que además estaban escritos en sanscrito y en pergamino. Muy distintos de los pintarrajos en libreta de cuadros plagadas de cifras inmorales e imposibles. Dónde va a parar. Y a pesar de todo, son dos formas de escribir la historia. La de la familia Buendía y la nuestra.
        Cuando el último Aureliano terminaba de descifrar los pergaminos, Macondo era ya un pavoroso remolino de polvo y escombros. Cómo nos suena a la España de hoy. Y antes de llegar al verso final, a la última línea, supo que la ciudad de los espejos sería arrasada por el viento y desterrada de la memoria de los hombres.
        Pero hasta llegar a ese punto, hubieron de pasar seis generaciones de Buendías y cien años de soledad. Nosotros andamos todavía en ese punto en el que no entendemos nada, no hemos encontrado la clave que nos ayude a descifrar qué está pasando, por más que cada día leamos montones de sesudos escritos que vaticinan el diluvio o que nos cuentan las milongas de luces al final del túnel.
        Somos la primera generación y estamos estupefactos, con la vida traspapelada y escuchando cómo nos leen la cartilla por unas culpas que no son nuestras, por unos delitos que no hemos cometido, por unos millones que han pasado de largo, o se han quedado enredados en las líneas de esos papeles de moda.
        Estamos enfrascados en traducir qué nos pasa y porqué. Qué nos va a pasar. Qué pasaría si se cambian los papeles y quienes aparecen en esos subrayados amarillos hicieran un pequeño esfuerzo de sensibilidad e imaginación y se colocaran, por un momento, en el lugar de sus “administrados”, en el de uno de los miles de parados a los que se le han acabado todas sus prestaciones, o el que hace milagros con 400€, o el pensionista que mantiene a hijos y nietos, o los dependientes que miran el futuro con angustia, o los jóvenes y sobradamente preparados que friegan platos en cualquier país por la mitad del salario mínimo. Si vivieran con nuestras posibilidades.
        Qué distintos serían los papeles a descifrar. Igual, hasta volvía la vida a Macondo por cien años más.

2 comentarios: