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lunes, 11 de febrero de 2013

LA B

De burro. Somos tan chulos que hemos cambiado el orden del alfabeto. Nos hemos saltado la A porque podemos, porque nosotros lo valemos. Los pagos o cobros en la primera letra, en la legal, son para pardillos. Nosotros pasamos directamente a la segunda que es mucho más rentable ¿Dónde va a parar?
Claro que todos sabemos que existen los sobres, que siempre han existido. En los últimos días nos hemos conocido sobres con membrete, de categoría, de los de filo dorado y papel elegante, a tono con las cantidades que llevaban dentro.
Pero hay más. Hay sobres de papel manila, esos de color amorfo y gramaje mínimo; y hasta reciclados, los que contenían el recibo de la luz o el extracto del banco. Los que dentro albergaban unos cuantos billetes (ninguno de 500), como "complemento" a un salario que seguro será de hambre.
Oigo en la radio a decenas de personas que, con motivo del affaire del vicepresidente de la patronal, dicen la escalofriante frase de "a mi también". Camareros, personal de limpieza, albañiles, fontaneros, dependientes, transportistas, electricistas. El mismo mantra. "A mi también ne han pagado en B". Y son lentejas. El empresario puede decidir; el trabajador, no. Es lo que hay. El salario mínimo en nómina y, si te portas bien, doscientos o trescientos euros más en sobre. En B. En dinero que no tributa, que no paga a la Seguridad Social, y tampoco IRPF, por supuesto. Que luego se traducirá en la pensión ridícula o en la prestación por desempleo más ridícula todavía.
Y en cuentas en Suiza o en las islas Vírgenes.
Nos hemos saltado la A de apoyo, de arrimar el hombro, y hemos pasado directamente a la B de beneficio sin límites morales, de bicocas a costa de la necesidad, de bochorno de país.
De burros.

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