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jueves, 7 de febrero de 2013

Desde Macondo. EXTRATERRESTRES

Y yo que me creía que los personajes de Macondo eran raros porque levitaban, o regresaban de entre los muertos porque se aburrían, o ascendían a los cielos mientras doblaban las sábanas o hacían parir cientos de veces a los animales con su sola presencia. Qué va. Tan normales. Ni el cura Nicolás, ni Melquiades el gitano, ni Petra Cotes, prodigio de la naturaleza, ni tan siquiera Remedios La Bella tienen nada de paranormal. Los auténticos extraterrestres están aquí, entre nosotros, y lo que es peor, dirigen nuestras vidas.
      No me dirán que no es marciano un presidente que si pero no; que verdad pero poco, que mentira, pero no del todo. O una secretaria general que proclama el falso de toda falsedad, pero que admite que algunas cosas no son tan falsas. O una ministra que ve normal gastas miles de euros en globos, confeti y payasos para la fiesta de sus hijos, mientras firma el decreto que condena a los enfermos de cáncer a pagar ambulancias, prótesis y otras “minucias” necesarias para seguir viviendo.
      Y no digo nada del que sube impuestos a los que pagan religiosamente y amnistía a los que roban, también religiosamente y encima se llevan el dinero a las islas Caimán o a Suiza, que lo tienen más a mano. O de la que el mismo día que se hacen públicas las escandalosas cifras del paro nos cuenta con sonrisa beatífica que la reforma está dando sus frutos. O del que explica que no pueden despedir a un trabajador de su partido, porque hay que respetar el Estatuto de los trabajadores y los derechos laborales que previamente nos ha negado a todos.
      Hay más. Y todos están en el espacio, llámense alienígenas, lunáticos o venusinos. Desde ahí arriba piden sacrificios. Condenan a niños y maestros a apiñarse en un aula. Claro, en la estratosfera hay tanto espacio que no saben lo que es estar estrechos; y quitan el transporte escolar mientras se mueven en sus naves de última generación; y salvan bancos mientras condenan personas, que se ven minúsculas y sin importancia desde las alturas, o desde una pantalla de plasma. Y recortan servicios sociales para “garantizar nuestro bienestar”. El suyo, por supuesto, ya tiene todas las garantías.
      Auténticos extraterrestres. Pululan por ahí haciendo leyes y normas, dictando decretos que luego lanzan sobre la Tierra con el efecto devastador de los misiles, porque ni el fuego ni la destrucción les van a alcanzar a ellos. Están demasiado separados del suelo.
      Nunca antes he percibido tan clara esta sensación de abismo entre dirigentes y pueblo. Estamos a años luz, y así nos va. No pisamos el mismo suelo ni respiramos el mismo aire. Y no podemos, desde la angustia, entender a quienes piden alegremente sacrificios mientras aseguran que no saben quien ha puesto un jaguar en su garaje o un bolso de diseño en su brazo o una cuenta millonaria en un paraíso fiscal. O un sobre en su buzón. Todo presuntamente, por supuesto.
      No sé, tal vez los extraterrestres seamos nosotros, que no entendemos nada. Casi me vuelvo a Macondo, donde la gente es más normal.

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