Pensamientos, ideas, palabras que engulle la arena en el mismo instante en que se han escrito

jueves, 21 de febrero de 2013

Desde Macondo. LA T.I.A

El coronel Buendía abandonó el círculo de tiza que le mantenía alejado del pueblo llano cuando comprendió que sólo luchaban por el poder, que no había liberales ni conservadores y que solo luchaban por el poder. Entonces, después de 32 guerras, firmó la rendición y se sentó a ver pasar su entierro.
      Y así estamos, sentados esperando que pase nuestro entierro, mientras asistimos estupefactos a una guerra que no es la nuestra, que es la de unos cuantos que discuten por sus cosas mientras los muertos siguen pasando por nuestra puerta en un cortejo interminable e inadmisible.
      Ya me he perdido con lo de los espías. Y mira que he intentado seguirlo pero, a estas alturas, ya no sé quién vigila a quien y porqué. Ni qué coño me importa eso a mí, que nunca pisaré ese restaurante de lujo con centros de flores y manteles almidonados para esconder los cables. No sé qué interés tiene para el común de los mortales que una ex novia cabreada cuente a una política contraria sus idas y venidas con bolsas de dinero; ni que una agencia, que más parece la T.I.A de Mortadelo y Filemón, acumule cientos de informes comprometidos sobre dos docenas de políticos y algún empresario de postín.
      Sin olvidarme, por supuesto de los correos por entregas del socio de Urdangarín. En cómodos plazos nos vamos enterando de la vena chistosa (y friki) del yerno, de reuniones a “altísimo” nivel, de presuntas relaciones con rubias poderosas… ¿Pero esto qué es? Supongo que el juez tendrá medios para pedir de una vez por todas todos los correos. En una sola dosis, que ya aburre lo de esperar novedades cada semana.
      Seguro que Mortadelo, con uno de sus disfraces imposibles, ya lo hubiera solucionado todo. Y nosotros, aquí dándole vueltas.
      Claro, que mientras jugamos a los espías y pensamos si disfrazarnos de caracol, de torero o de merluza del Cantábrico, no hablamos del paro, del drama de los desahucios, del emprobrecimiento de la población, de la deuda, mucho más alta que hace un año, del sacrosanto objetivo de déficit, que tampoco hemos cumplido, y de la terrorífica frase del presidente, esa de no he cumplido con mis promesas, pero sí con mi deber, que representa con meridiana claridad la antítesis de la democracia.
      Prefieren que sigamos leyendo tebeos, riéndonos con las ocurrencias absurdas de los agentes de la TIA, y que sigamos sentados, esperando ver pasar nuestro entierro. Como el coronel Buendía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario