Pensamientos, ideas, palabras que engulle la arena en el mismo instante en que se han escrito

miércoles, 12 de octubre de 2016

Desde Macondo. COSAS DE POCA IMPORTANCIA

Pensando, pensando en todas las cosas que pasan, y que nos pasan de largo, me ha venido a la cabeza uno de mis poemas preferidos de León Felipe, Qué Lástima. "¡Qué lástima/ que no pudiendo cantar otras hazañas,/porque no tengo una patria,/ni una tierra provinciana,/ni una casa/solariega y blasonada,/ni el retrato de un mi abuelo que ganara una batalla,/ni un sillón de viejo cuero,/ ni una mesa, ni una espada,/y soy un paria/que apenas tiene una capa...venga, forzado, a cantar cosas de poca importancia! ".
      Nos esforzamos por conocer el estado de las conversaciones para los pactos, los enredos de los políticos en sus partidos o en los de otros, los macrojuicios con cifras que, por inimaginables en nuestro vivir cotidiano  se escapan a nuestro conocimiento. Hablamos y hablamos de regalos carísimos, de bolsos que jamás podrán colgar de nuestros hombros, de relojes que nunca luciremos, ni de lejos, en nuestras muñecas y de comilonas con manjares que ni sabíamos que existían.  Hasta seguimos de cerca la política americana para conocer el último disparate de Trump. Mucho más interesante que la guerra en Siria o la crisis de los refugiados. Hablamos, leemos y comentamos. Qué interesante todo.
      Y dejamos de lado nuestras cosas. Las cosas de poca importancia. De aquí a un par de días será sábado, el día en el que la gente de a pie suele hacer la compra semanal, decidir tonterías como comprar manzanas, que están más baratas, o pollo, que cunde más que la ternera. Y que, coincidiendo con las lluvias y la inminente llegada del frío, se plantea si comprar otros zapatos o poner tapas y medias suelas a los del año pasado, que aún pueden aguantar. O se pregunta por qué ha crecido tanto el dichoso niño, que las mangas del anorak de la anterior temporada le quedan por el codo. Y empieza a temblar por los recibos de la luz que vendrán, y porque las Navidades, con sus inevitables gastos, están a la vuelta de la esquina.
       Cosas de poca importancia, cuando al abrir los periódicos, todos, o al sentarte frente a la tele, te encuentras con las caras de los agraciados con las  tarjetas black, o te tiran por tierra tu concepto de buena vida, apabullándote con viajes, safaris, o compras en Tyffany’s o Loewe .
      Y con todo, no es esto lo que más me alucina, que somos pobres hasta para sorprendernos. Me dejan boquiabierta los cargos de las tarjetas opacas en Mercadona, en la farmacia. en Decathlon o en un billete de Metro. Como nosotros, como si fueran humanos y tuvieran sus cosas de poca importancia como nosotros.
      Qué lástima, que ya sólo nos sorprendan las cosas de poca importancia…

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