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jueves, 28 de abril de 2016

Desde Macondo. HUMILLADOS Y OFENDIDOS

Y cabreados. Y cansados. Y lo que es peor, desesperanzados. He echado mano al título del novelón del maestro Dostoyevski porque refleja a la perfección las relaciones entre la clase dominante y los de abajo, los dominados, entre nobles y plebeyos, ricos y pobres en definitiva.
      En la época en que se sitúa la novela, la Rusia blanca del siglo XIX, los poderosos eran príncipes, condes o duques. Los otros, como ahora, el pueblo llano, que eso no ha cambiado, aunque ahora quienes nos humillan y ofenden hoy en día no tienen porqué tener rancio abolengo ni sangre azul.
      Pero la humillación es la de siempre, y la ofensa, también. Y esa sensación de ser tratado como un “nadie”, que diría Galeano, de comprobar que te han tomado el pelo, que no sólo han jugado con tu voto, con tu dinero, con tu buena fe, sino también con tu esperanza y tu confianza en el género humano.
      En un par de meses habrá nuevas elecciones. Así, sin anestesia. A las puertas del verano, y después de seis meses pintando la mona, reuniéndose de cuando en cuando, queriéndose a veces, odiándose otras, teniéndonos en un “ay” pendientes de la tele, ilusionándonos un día y vertiéndonos un jarro de agua fría al siguiente.
      Y cobrando. ¿Habéis pensado cuánto nos han costado los salarios de sus señorías en este tiempo? Me crispa pensar que cada uno de ellos se ha llevado en un mes lo que una familia normal cobra en medio año, y por no hacer nada, por no cumplir el mandato de los ciudadanos y además, por dejarnos un poco más escépticos, más descreídos, más huérfanos.
      Los padres de la Patria nos han fallado estrepitosamente.  No han pasado el elemental examen de ponerse de acuerdo mirando al ciudadano de a pie. Cuatro meses mirándose su propio ombligo sin ver las tripas vacías de quienes les han puesto ahí, sin percibir el desempleo insufrible, la pobreza creciente, la fuga de jóvenes, la tristeza que se adueña de quienes ven que les han vuelto a engañar y ya no tienen nada en lo que creer.
      Habrá otra campaña electoral. Y más promesas. Intentarán convencernos de que ahora sí, que esta es la buena y no nos van a defraudar.
      Pero humillados y ofendidos como estamos, ya no nos creemos nada.

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