Pensamientos, ideas, palabras que engulle la arena en el mismo instante en que se han escrito

jueves, 5 de mayo de 2016

Desde Macondo. LOS NUEVOS PÍCAROS

Nos abruman los papeles de Panamá, todo ese lío de sociedades offshore, de amnistías fiscales, de entramados societarios, de trampas urbanísticas mil, de marrullerías para no pagar y para robar hasta el aliento al pueblo llano. Nos superan las corrupciones varias. Y juramos en arameo cuando sale otro nombre en el Telediario, lo comentamos en el trabajo y con la familia. Mira, otro. Y ya está. Tenemos otras preocupaciones, otros problemas más acuciantes y, al fin y al cabo, España siempre ha sido un país de pícaros. Hasta tenemos género literario propio, la novela picaresca, y personajes que forman parte de nuestra intrahistoria y que, tal vez, han dejado su ADN en nuestros genes.
          ¿Quién no se ha reído con las maniobras para sobrevivir del pobre Lázaro de Tormes? O con los hurtos constantes de Don Pablos, el Buscón de Quevedo, o con las tretas de Guzmán, el de Alfarache. Hemos admirado la pericia del dómine Cabra para hacer mil caldos con el mismo hueso, que sumergía una y otra vez en la marmita atado de un cordel, y hemos aplaudido el truco de agujerear la bota de vino para beber al tiempo que el “jefe”, y gratis.
          Hemos vuelto al Siglo de Oro pero, como el mundo está al revés, no son los pobres los que engañan a los ricos. Se han vuelto las tornas y ahora los pícaros son los poderosos (léase poder político o económico) y hasta los alrededores de alguna testa coronada.
          En el Patio de Monipodio del siglo XXI, el de Rinconete y Cortadillo, ahora que estamos en el año Cervantes,  no se sientan ya “ladrones, mendigos, falsos mutilados, supuestos estudiantes y prostitutas”.  Alrededor del pozo, junto a las frescas macetas de albahaca toman el fresco banqueros con sueldos millonarios, después de haber engañado con preferentes y otras artimañas a miles de personas; ex políticos que ocupan sillones en empresas que ellos mismos han “externalizado”, que es el eufemismo para decir privatización; se sientan quienes aplauden una reforma laboral que les permite despedir a miles de trabajadores para “deslocalizar” su producción, es decir, para llevar las fábricas a Marruecos o la India.. Eso sí, después de ocultar sus millones en Suiza, en las Caimán o en Panamá, y de recomendarnos trabajar como chinos.
          Son los que piden sacrificios y dan lecciones de cómo salir de la crisis (ellos), mientras hunden en la miseria a todo un país, los que van en coches oficiales y niegan transporte escolar y ambulancias, porque aumentan el déficit. Los que permiten desgarradores desahucios y acumulan inmuebles; los que niegan subsidios a los desempleados y se colocan dietas inmorales para aumentar su saldo a fin de mes.
          Son los nuevos personajes de nuestra particular novela picaresca, y sus aventuras, que no desventuras, no nos hacen precisamente sonreír. Los nuevos pícaros de este siglo de vergüenza son los que aprovechan la crisis para ofrecer sueldos de miseria y de hambre, para rodearse de becarios que trabajan por la ilusión de cobrar algún día y de gente sobradamente preparada que necesita hasta el último céntimo de lo que le quieran dar.
          Mientras, el pueblo pasa hambre y frío, como en la España del Siglo de Oro, y no le quedan tretas que buscar para sobrevivir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario