Decía Cortázar, que “los libros van
siendo el único lugar de la casa donde todavía se puede estar tranquilo”. Entendiendo
por casa, claro está, la vida y sus
azares. Y qué razón tenía. Pocos refugios, fuera de ellos, quedan ya en este
mundo convulso, desigual, incierto e injusto.
A
punto de celebrar el Día del Libro, de conmemorar la muerte de Cervantes y
Shakespeare, que tantas veces nos han salvado, no se me ocurre mejor opción que
agarrarse a la lectura para sobrevivir, para vivir vidas distintas, para
imaginar, para relativizar, para comprender, para evadirse o para centrarse,
para saber o para olvidar. Para despertarse o para soñar.
Me
gustan los libros. Las grandes y pequeñas obras de todos los tiempos y lugares,
los clásicos, la poesía, la novela negra, la Historia, los cuentos cuando el
tiempo apremia, el teatro, las biografías…Me gusta leer y releer, volver a
encontrarme con los personajes, reales o de ficción y vivir con ellos sus
vidas, sus apuros, sus alegrías, sus aventuras, sus penas y sus ilusiones.
La ficción, tan real, que supera la realidad,
nos aparta misericordiosamente del insufrible día a día; los héroes y heroínas,
con sus grandezas y sus miserias, borran de un plumazo a los corruptos, los intolerantes, los fanáticos, los inhumanos e
insolidarios que nos sobrevuelan; otras guerras, ya superadas, apagan los
sonidos de las bombas actuales; grandes males, incluso de amor, minimizan
nuestras tragedias cotidianas.
Todo
ventajas. Leer es lo mejor que podemos hacer mientras esperamos que esto se
arregle, que nuestros políticos se den la vuelta como un calcetín, que a Europa
le crezca un corazón donde ahora sólo hay una cartera, que el Mediterráneo sea
el mar de todos y que dejen a Dios, con cualquiera de sus nombres, en paz.
Empezaba
con un grande, y termino con una cita de mi admiradísimo Galeano: "Hace
ciento treinta años, después de visitar el país de las maravillas, Alicia se
metió en un espejo para descubrir el mundo al revés. Si Alicia renaciera en
nuestros días, no necesitaría atravesar ningún espejo: le bastaría con asomarse
a la ventana.".
Afortunadamente,
quedan los libros.
Suscribo de principio a fin. Una vez más, chapeau!
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