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jueves, 10 de marzo de 2016

Desde Macondo DISTOPÍAS

Distopía:“Representación imaginaria de una sociedad futura con características negativas que son las causantes de alienación moral”. No hace mucho que el término ha entrado en nuestro diccionario, aunque en Literatura, todos tengamos en la cabeza alguna de las grandes novelas “distópicas", como "Un Mundo Feliz", de Aldous Huxley, "1984", de Orwell o "Fahrenheit 451", de Ray Bradbury.  
      Eran distopías, porque, hoy por hoy, los sucesos, las situaciones y los personajes que encontramos en nuestro día a día, en nuestro vivir cotidiano, han superado con creces a la ficción. Estamos plenamente inmersos en un mundo en el que se cumplen ampliamente las peores distopías del siglo XX. Un mundo feliz, con todos los avances técnicos y todas las comodidades, pero en el que se ha sustituido la cultura por bienestar de plástico; donde no se queman libros, como en Fahrenheit, pero tampoco se valoran ni se leen; donde el Gran Hermano de “1984” se llama dinero, Mercado o Sistema, pero nos domina igualmente.
      En nuestra particular distopía, hemos encerrado a los “salvajes” en campos de refugiados, en campamentos sin condiciones mínimamente humanas; y lo mismo hemos hecho con los pobres, con los que no llegan a fin de mes, ni tan siquiera a inicio de semana; y con los parados, aunque lamentemos que hayan perdido su prestación y no sepan cuándo volverán a cobrar.
      Como en las novelas distópicas, cualquier tentación de contemplar las imágenes de dolor y llanto más allá de un simple vistazo, se atajan mirando hacia otro lado. No, no hay “soma”, la pastilla de la felicidad, pero también hay mil y un fármacos que nos ayudan a pasar el trago.
      Voy pasando páginas para encontrarme con una sociedad paralizada, egoísta, inhumana, preocupada por su propia felicidad y que ha decidido sacudirse todo lo que molesta, lo que interfiere en pasar el día sin sobresaltos, y mañana ya veremos.
      La crisis se ha llevado por delante muchas cosas. No sólo es una crisis financiera o económica, sino también social y de valores, También las grandes obras distópicas salieron de situaciones difíciles, de la II Guerra Mundial.  Y la crisis del petróleo en los setenta dejó su huella en buen número de obras de ciencia-ficción que planteaban serias preocupaciones medioambientales, planeta destruido y esas cosas.
      En las que andamos ahora. Entre el cambio climático, el poder de los Mercados, que tumba cualquier acción política o ciudadana, el horror de los refugiados convertidos en zombies que vagan de país a país, porque nadie los quiere…
      Estamos metidos de cabeza en la peor novela, y no es ficción. No es el tiempo circular de Macondo. Es el día a día que nos ha tocado vivir.

1 comentario:

  1. Muy buen artículo....Lo malo es que se aproxima a una realidad no imaginada hace casi nada....

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