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miércoles, 16 de marzo de 2016

Desde Macondo. LA MERDE

Como la ocasión lo requiere, por lo “fino” del término y la altura del personaje que lo pronuncia, he pasado del diccionario de la Real Academia, mucho más de andar por casa, y me he ido directamente a la Wikipedia, que te responde a estas cuestiones con mucha más propiedad. Mierda (del latín merda) es una expresión generalmente malsonante y polisémica, y usada principalmente en el lenguaje coloquial Merde, es lo mismo, pero en francés, que es más chic.
      Qué el calificativo sea hacia un periódico, o que quien lo emplea sea nada menos que la Reina de España, es lo de menos. Lo importante es que se dice en francés, en la que ha sido durante siglos lengua de la diplomacia, la que se hablaba en todas las Cortes, la utilizada por los zares de Rusia y por las familias de más rancio abolengo de todo el mundo.  Por no hablar del lenguaje del amor, la Costa Azul, el paté y el champagne, el Prêt-á-porter o la Haute couture.
      Todo muy a nuestro alcance, como podéis ver. Tan cerca como lo están los Reyes de sus súbditos. En otra galaxia, vamos. Dentro de la gravedad que supone que una Reina bromee con sus amigotes imputados por un fraude que nos ha costado pagar a todos, subyace algo infinitamente más grave, y es la amarga certeza de comprobar que somos eso, súbditos. Que la condición de “ciudadano”, que tanta sangre costó precisamente en la Revolución Francesa, es algo que no va con ellos, que está en los papeles que nos obligan a mantenerlos, y a hacerlo a cuerpo de rey, pero nada más.
       No pueden ser como nosotros, que nos escandalizamos porque se hayan gastado, con una tarjeta black, decenas de miles de euros en Loewe, Prada y Louis Vuitton o en restaurantes a los que no podríamos ni acercarnos. Y que son su hábitat natural, como lo son de sus amigos, de sus “compis yoguis”,  de sus cheries amis, con los que hablarán en français ante una taza de café au lait o de Moët & Chandon. Lo demás…Merde.
       Da igual que haya cinco millones de parados, que gran parte de ellos no cobren nada, que la tercera parte de la población bordee el umbral de la pobreza, que seamos el país más desigual del mundo. No entienden el español, porque hablan en francés.
   Me viene a la cabeza el episodio protagonizado por María Antonieta, reina francesa, que ante la protesta del pueblo a las puertas de su palacio preguntó qué le pasaba a esa gente. Cuando le respondieron que la gente no tenía pan, dijo eso de “pues que coman pasteles”.
       Y lo dijo en francés, por supuesto.

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