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jueves, 22 de mayo de 2014

Desde Macondo. MORENA Y TONTA


Tolerante como soy, un poco simple (de puro buena), también  y siempre dispuesta a dejarme convencer de aceptar pulpo como animal de compañía, a comer yogures caducados y hasta a ducharme con agua fría por aquello de ahorrar, he intentado, lo juro, tragarme eso de que el ex-ministro Cañete estaba cansado cuando tuvo la alucinación esa de sentirse superior intelectualmente a las mujeres. Y no es tarea fácil, porque las alucinaciones las producen las drogas, o una buena borrachera… Pero vale. .

Igual el pobre había dormido poco, o estaba sin comer. Igual fue un niño desgraciado, de los que no pudo ir a la escuela y no le enseñaron eso de el hombre y la mujer son iguales en derechos y deberes, que no hay amo sino compañero. Y que ambos sexos tienen idéntica inteligencia y capacidades.

Poniéndome en lo peor, tal vez se le instaló en el cerebro, como un alien, la idea esa de que las rubias son tontas y no pudo evitar el decirlo. Pero yo soy morena. De momento, que el look que triunfa es el de rubia y con mechas, y no descarto nada. Ya estoy muy harta de perder siempre y los tintes hacen milagros.

Pues eso, que lo he intentado, pero sin éxito. No ha pedido perdón, ni él, ni nadie de su Partido, incluídas las mujeres. Y además, llueve sobre mojado, nunca mejor traído, cuando nos comparó con los regadíos, “que le pueden perder a uno”. Y hay más. Agazapada, hasta después de las elecciones, está la reforma del aborto, que nos pone la bajo la sabia decisión de médicos o jueces (hombres, seguro) para decidir sobre nuestro cuerpo, colocándonos en el ranking de las más tontas de Europa. No seré muy lista, pero presumo de buena memoria, y ahí, en un rinconcito, está escondida la frasecita de la ministra de Sanidad contando eso de que la falta de varón no es problema médico, para hurtar la reproducción asistida a las lesbianas. Y la feliz idea de sacar de la lista de maltratadas a las mujeres que no requirieran hospitalización, vamos, que sólo se hubieran llevado unos empujones o un par de bofetadas, por aquello de maquillar las estadísticas.

No me olvido de Gallardón y su sentencia: “La maternidad es la que hace a las mujeres auténticamente mujeres”. Horror, no soy madre. Encima de tonta y morena, tampoco soy una mujer de verdad. Ya me diréis como afronto el resto de mis días, más falsa que un duro de madera, y sin saber qué hacer con mis libros, mis más de trescientos pares de pendientes (todos bisutería), y con las barras de labios, y las sombras de ojos, y los tacones (pocos), y con la lencería "íntima", por usar un lenguaje apropiado. Y con las cremas, que son carísimas, no las voy a tirar.

Es verdad que todos sabemos que primero Dios creó el cielo y la tierra, y luego el hombre, y los animales, y ya, si eso, y con un trocito que le sobraba, hizo a la mujer. Pero yo hasta ahora creía que era una metáfora, algo de los libros de Historia sagrada, no de verdad. Ay, ignorante. Mujer, al fin y al cabo.

Pero vuelvo a Cañete. Pobrecito. Tan cansado… Se me ocurre que bien podría invitarle a unas vacaciones en Macondo, donde todas las mujeres son rotundas y diferentes, desde la omnipresente Úrsula, que  dirige con mano de hierro a siete generaciones de Buendías; a la exuberante Petra que multiplica la vida por donde pasa, o Sofía de la Piedad que sólo existe en el momento preciso; o Amaranta, que elige morir virgen, o  Remedios, que asciende a los cielos tras haber llevado a la muerte a todo varón que la pretendiera. Felices o desgraciadas. Acompañadas o eternamente solas. Mujeres.

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