Si tuviera que definir
la palabra de moda, “agosticidad”, ya que la Real Academia aún no la admite
(todo se andará), diría que es algo así como un agravante en las conductas que
se realizan durante el periodo generalizado de vacaciones, y que presuntamente tiene
como objeto suscitar menor protesta de los perjudicados, bien sea por
encontrarse en otra dimensión (física o personal), o porque el calor nos vuelve
más comprensivos Y esto vale sobre todo si nos referimos a actividades de los
que mandan-Gobierno, empresarios, Banca-, debido a su carácter polémico o
impopular.
Hasta hace unos años,
con agosticidad, premeditación y alevosía, nos levantaban las calles y
bacheaban las carreteras, a veces, hasta daban el último empujón a un edificio
histórico cuya demolición había levantado las iras de la gente. O subían alguna
que otra tarifa de luz o de agua. Y poco más. El resto de las noticias las
ocupaban las fotografías de playa de los famosos, algún divorcio que otro o las
vacaciones de la familia real. Un par de incendios, los accidentes de tráfico y
las recomendaciones sobre la ola de calor.
Pero agosto ya no es lo
que era. Y nosotros tampoco. La media-o la mitad de un cuarto-de España que
está de vacaciones, sigue pendiente de la economía, las corrupciones, el miedo
al futuro, el paro… Y el resto, pasa los largos días del mes vacacional por
excelencia maldiciendo la crisis que le ha dejado sin playa o montaña y
haciendo cuentas. Y escuchando las últimas ocurrencias del presidente de los
empresarios, o las del FMI con sus “recomendaciones” de bajar salarios y subir
impuestos, o cortándose de encender el ventilador por lo que pueda pasar con el
recibo de la luz.
Agosto ya no es el mes
de paso hacia septiembre. Tiene entidad propia. No es el mes de las serpientes
de verano, porque se ha convertido en un monstruo de cien cabezas que se llaman
Bárcenas, crisis, desempleo, sobres, corrupción, nuevos impuestos, menos becas,
sanidad bajo mínimos, baches en las calles y olor a alcantarilla por falta de
mantenimiento.
Tal vez el diccionario,
además de recoger el término agosticidad, debería añadir el de “agosticidio”.
Matar el mes de agosto. Para que renazca como era antes. Sol, moscas, y
tranquilidad. Y desconexión.
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