Pensamientos, ideas, palabras que engulle la arena en el mismo instante en que se han escrito

jueves, 1 de marzo de 2012

PLAGAS BIBLICAS

Parece que todo se ha confabulado para no dejarme pasar plácidamente mis días en Macondo. Qué trajín. Me asomo al mundo y acabo en las alturas celestiales, en la Inglaterra victoriana, en las llanuras manchegas, en Laponia… Hasta en Talavera. Y hoy, los caprichos del pensamiento me llevan a Egipto, al de los faraones, Moisés y todo eso que se estudiaba en Historia Sagrada. Al que soportó las diez plagas bíblicas que envió un Dios iracundo y harto de que maltrataran al pueblo elegido.
Evidentemente, no somos pueblo elegido y, en cuando a la deidad airada, prefiero no pronunciarme. Pero sí voy a hablar de plagas, porque no puede llamarse de otra forma a lo que estamos sufriendo; y las tenemos casi todas.
Mi conocida torpeza me hace imposible decir sólo diez (no soy Dios, que pudo sintetizar y elegir las más dañinas). Puedo hablar de paro, de pobreza, de recesión, de crisis, de retrocesos, de pánico, de presente incierto, de futuro imperfecto, de hipotecas, de apatías, de desconfianza, de déficit (la más de moda), de abismos entre mundos, de hambrunas, de…
Y de remate, de sequía. Por ahí me ha venido la inspiración. Como en la canción de Machín, Mirando al Mar. Sólo que yo miraba al río. Y pensaba en las aguas rojas, viendo el color indefinido que nos muestran, mezcla de arena y porquería. Primera plaga. Luego las ranas. Llegarán, en cuanto se mueran todos los peces que se comen sus huevos. Y las moscas, atraídas por la podedumbre. El ganado, si no muerto, hace tiempo que está de capa caída. Los piojos y las pulgas, sexta plaga, acechan donde hay pobreza. En la séptima, las enfermedades, del cuerpo y del alma. Léase tristeza. El granizo, nos falta todavía. Llegará con las tormentas de verano. Y las langostas, que seguro cambiamos por mosquitos en este ambiente asfixiante. De las tinieblas, penúltima plaga, qué quieren que les cuente. Pregunten a Iberdrola o a la compañía de turno. O a los que no pueden pagar la luz. Llegamos a la décima, la muerte de los primogénitos. En una interpretación libre, la salida de miles de jóvenes a buscarse en otros países la vida que no encuentran en el suyo.
No sé qué hemos hecho para merecer semejante cabreo de los dioses, o de sus profetas en la Tierra, que han superado con creces el castigo impuesto a los malos malísimos habitantes del Nilo. Y lo peor, no veo el momento en que acabe la travesía del desierto y vea en el horizonte la Tierra Prometida.
Mi añorado Macondo.

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