Me ha venido a la memoria,
leyendo que tal día como hoy, en 1875, murió el genial cuentista Hans Christian
Andersen, el relato titulado “El Traje Nuevo del Emperador”, o “El Rey desnudo”,
según la traducción. Ya sabéis, ese en el que un niño con su inocencia desvela
la verdad que el resto de la gente, hipócrita y complaciente, no se atrevía a
decir: “¡Pero si va desnudo”!
La versión de Andersen está
basada en una historia recopilada por el infante
Don Juan
Manuel en el El conde Lucanor , allá por el primer
tercio del Siglo XIV. Y lo mismo, aunque centrándose en la limpieza de sangre y en la
obsesión por ser cristiano viejo, aparece en El retablo de las maravillas.de
Cervantes, tres siglos
después.
Está claro que no aprendemos,
pasen los años o los siglos que pasen. Que seguimos siendo la sociedad
hipócrita, conformista o timorata, recelosa de que las cosas vayan a peor y
repitiendo eso de Virgencita, que me quede como estoy.
No sé si por hartazgo, por
miedo, porque en el fondo nos preocupa perder lo poco que tenemos, o por otra
razón que se me escapa, decidimos, en junio, votar casi lo mismo que en
diciembre. Corregido y aumentado, en el caso del partido del Gobierno en
funciones. Decidimos que, tal vez, poniendo un traje nuevo al emperador,
podrían taparse las vergüenzas de mucho tiempo, y empezar una nueva era.
Sin tener en cuenta que ni las
más fastuosas sedas, ni los finos bordados con hilos de oro, ni las piedras
preciosas del manto pueden tapar años y años de Gurtel, de Púnica, de discos
duros martilleados, de favoritismos, de rescates a la Banca y pobres en la
cuneta, de amigos enriquecidos y sociedad empobrecida, de hachazos sin piedad
al estado del bienestar, de reformas laborales, educativa o de Justicia que han
deteriorado, y de qué manera la calidad de nuestra democracia.
Hemos decidido que un traje
nuevo escondería bajo su brillo a los miles de trabajadores pobres, a los que
trabajan un par de horas a la semana por un sueldo miserable, y cuentan como
“descenso del paro”, a los que han tenido que marcharse, a los que sobreviven
hasta sin subsidio, que también ahí han recortado, a los desahuciados. A los
avergonzados.
Se multiplican las voces que
claman por un Gobierno. Tiene que haberlo ya. Ha pasado demasiado tiempo. Y que
sugieren soluciones, que pasan siempre por la lista más votada, aunque con
retoques. Con un traje nuevo. Con una buena capa, que todo lo tapa.
Y una echa de menos la voz
inocente que nos diga que el emperador va desnudo, aunque miremos hacia otro
lado y nos empeñemos en creer lo contrario.
Hola. No hay traje nuevo que tape tanta vergüenza. Ahora resulta que Rivera, Falangito Rivera, ha transmutado en derechista; cuando pactó con Sánchez, el obsesivo que llegó a citar cada 3 segundos a Pablo Iglesias, resulta que eran de centro. Pues tanto Rajoy como Rivera, como Sánchez, guardan bajo su manto trajes viejos.
ResponderEliminar