Está claro que éste no es país para viejos. Bueno, ni para jóvenes, pero
esto ahora no viene a cuento. O tal vez sí, que los jóvenes de hoy son los
pensionistas de mañana, y la cosa va de pensiones y de mayores.
Dicen los analistas que es el voto de las
personas de más edad, preocupadas por los cambios y asustada por las novedades,
ha sido decisivo en el resultado electoral. Puede ser. Puede que les preocupe tanto
cobrar al mes que viene, que se despreocupan de lo que pasará el próximo año y,
por supuesto, de lo que les ocurrirá a sus hijos y a sus nietos.
Y eso que nuestros mayores no han sido
precisamente mimados por el actual partido en el Gobierno, aunque sea en
funciones. Quizá no recuerden ya los copagos, los recortes en dependencia, y en
sanidad, por no hablar, bajando un escalón, de los miles y miles de personas
que se han ido a la calle por el único delito de tener 50 ó 55 años, en su
mejor etapa laboral, con escasas o nulas posibilidades de volver al mercado de
trabajo. Que ya “huelen” a mayores.
Son los nuevos tiempos. Muy alejados de
aquellos en los que la edad era símbolo de sabiduría, de conocimiento, de
venerabilidad. Pensando en esto me ha venido a la cabeza el modo de
organización, de gobierno, de las ciudades-estado de la antigua Grecia, de
Esparta, en concreto. La”Gerusía"
era uno de los órganos de gobierno de Esparta. Se trataba del consejo
formado por veintiocho ancianos mayores de sesenta años Sus funciones eran
legislativas, y se encargaba de preparar los proyectos que debían someterse a
la aprobación de la Apella (asamblea popular), así
como de sobrellevar los procesos que podían acarrear pena de muerte o pérdida
de ciudadanía, e incluso los procesos contra los propios reyes. Elegidos por su sensatez y capacidad militar, la mayoría de los gerontes podían pertenecer o no a las grandes familias,
ya que cualquier ciudadano, aun sin fortuna o rango elevado, podía presentarse
al cargo. El papel político de la gerusía era de gran importancia y no rendía cuentas a nadie.
Igualito que aquí, apartados, despedidos y
con la pensión pendiente de un hilo. No digo yo que haya que mirar la edad de
los aspirantes a gobernar. Ni mucho menos. Pero sí que no hay que dejar de lado
eso de que la veteranía es un grado, que se ha dicho de toda la vida de Dios. Y
no es de recibo que quien se ha pasado la vida trabajando, y cotizando, queque
aparcado al final de su vida laboral y con la pensión pendiente de un hilo. Con
el futuro más pavoroso que puede existir, el de una vejez con agobios y estrecheces.
Los fastuosos salarios que se han impuesto no
dan para esos planes de pensiones o seguros privados que tanto nos recomiendan
nuestros gobernantes. Ya sabemos que el “pastel” de las
pensiones es muy goloso para bancos y financieras, con el apoyo del Gobierno,
que de tanto en tanto se dedican a asustar a la gente y
hacerles creer que cuando se jubilen no van a poder disfrutar de una pensión
digna y convencerlos de que si quieren garantizar su futuro, deben suscribir un
plan privado de pensiones.
Se nos olvida que, aparte del fondo de
reserva, de la “hucha” de la Seguridad Social, el Estado está obligado por la
propia Constitución a garantizar pensiones adecuadas y actualizadas.
He hablado de la Gerusia,
pero podría citar un buen número de culturas, prácticamente todas las que han
existido desde la Prehistoria, en las que las personas mayores son las más
protegidas, respetadas y consultadas. La voz de la experiencia siempre ha sido
estimada en cualquier gobierno, salvo en el del dinero, en el que todo se hace
con criterios economicistas.
Y el dinero no respeta
nada.
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