Pensamientos, ideas, palabras que engulle la arena en el mismo instante en que se han escrito

miércoles, 5 de agosto de 2015

Desde Macondo. HIPERÓNIMOS E HIPÓNIMOS

No tengo claro que se sigan utilizando estos términos cuando se habla de lingüística y semántica, cuando se estudian las palabras y su significado y los recursos para escribir sin repetirse. Igual son también términos moribundos, desaparecidos de los libros de texto y de las memorias, y bellos durmientes en algún rincón de mentes caducas, como la de quien suscribe. La mía.
         Seguro que hay una clasificación más moderna de las palabras, pero seguro también que no será más clara. Ni mejor aplicable a lo que quiero contar. Hiperónimo es más genérico, designa una clase, un grupo, e hipónimo es cada cosa particular que puede englobarse en el anterior. Muy fácil, si fruta es el hiperónimo, manzana, naranja, melón o sandía, son hipónimos. Lo mismo ocurre con flor, en el primer grupo, y claveles, rosas o margaritas, en el segundo.
         Viene esto a cuento del uso, abuso, confusión y lío que nos arman cada día con las palabras; del manejo al antojo de cada cual de términos que debían estar perfectamente englobados en su particular apartado, y que andan de sus solas saltándose todas las normas y con distintos significados según quien los diga, para qué los diga y cómo los utilice.
         No me dirán ustedes que nunca han dudado cuando se habla de paro y de empleo, de puestos de trabajo y de desempleados, de descenso en unas cifras y de aumento espectacular en otras. Mientras unos se aplauden a sí mismos, otros hablan de triunfalismo injustificado y hasta de mentiras.
         Y así todos los meses. Todo quedaría meridianamente claro si echáramos mano de hiperónimos e hipónimos. Trabajo es el genérico, ocupación retribuida, y también el esfuerzo humano aplicado a producir riqueza, y la estrechez, pobreza o miseria con que se pasa la vida. Lo mismo si hablamos de empleo.
         Es el hiperónimo, sí. Ese que crece y crece en el círculo virtuoso en el que nos hallamos, según el Gobierno. Abarca por igual al trabajador con sueldo digno, vacaciones, jornada decente y derechos laborales que al contratado por unas horas, por una semana o por un ratito. En el hiperónimo empleo caben también los mileuristas, que han pasado a la historia, los que cobran el salario mínimo y los que ni siquiera se aproximan; los que sobreviven y los que no pueden ni tan siquiera imaginar un mínimo proyecto de vida.
         Empleo es una palabra grande. Como recuperación. Las letras pequeñas, los hipónimos, son los matices que no interesa detallar. Como si sólo fuera una cuestión de semántica.
 

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