Pensamientos, ideas, palabras que engulle la arena en el mismo instante en que se han escrito

jueves, 8 de enero de 2015

Desde Macondo. UCRONÍA

Ahora que acabamos de despedir el año, y que nos enfrentamos al abismo de un calendario por estrenar; ahora que hemos sobrevivido a todos los balances, los que nos han enseñado la botella llena a rebosar o medio vacía, según intereses; ahora, que no hay vuelta atrás en los aciertos o errores de los doce meses pasados, me viene a la cabeza un género literario de esos de nombre extraño, a caballo entre la novela histórica y la ciencia ficción. La ucronía o, por simplificar, “¿qué hubiera pasado si…?”
      Todos hemos fantaseado en algún momento con la idea de una vida, un mundo, una trayectoria distinta si, en su momento, hubiéramos tirado por un camino en lugar de por el otro; si hubiéramos elegido una profesión, o una pareja, o un lugar diferente. En lo personal, habrían cambiado muchas cosas, seguro. En lo general, también. Repasando el año que termina, y los inmediatamente anteriores, tenemos materia de sobra para escribir una ucronía, partiendo del momento en que empezó a desaparecer el mundo que conocíamos.
      Es lo que se llama en este tipo de relatos el “punto Jonbar”, el instante en que cambiando un hecho se cambia el devenir de las cosas. Recuerdo una novela de Jesús Torbado, En el Día de Hoy, que reproduce el comunicado de Azaña tras la Guerra Civil, pero al revés, “cautivo y desarmado el ejército fascista, las tropas republicanas han entrado en Madrid”. Y a partir de ahí, cambia la historia.

      En poco más de tres años hemos cambiado el curso de la Historia de nuestras vidas. Una decisión a la hora de ir a las urnas, desengañados, cabreados o asustados, y henos aquí, intentando dilucidar porqué elegimos ese camino que nos ha llevado directamente a la pobreza, la desigualdad, la desprotección de los más débiles, los salarios de hambre, la vuelta a la caridad y la beneficencia, el miedo al presente y el terror al futuro.

      ¿Qué hubiera pasado si…? No lo sé. Es ciencia ficción. Pero ni en la peor de mis pesadillas hubiera imaginado esta novela de la que aún no se ha escrito el último capítulo. Entramos en año electoral, y de nuevo se empeñan en agitar el fantasma del miedo a lo desconocido, en vendernos seriedad y solvencia, en hablar de “aventuras” con resultado incierto.

      Quizá alguien, así que pasen unos años, escriba la ucronía de la etapa que nos ha tocado vivir y explique, negro sobre blanco, si nos podríamos haber ahorrado tanto sufrimiento, si la cifra de niños pobres no hubiera sido tan escandalosa, si la desesperación por preferentes, desahucios, desempleo y demás, hubieran ahorrado unas cuantas vidas. Si el futuro no se presentara tan negro…

      Y tal vez Macondo, tras el diluvio, sería un lugar idílico donde pasar felices los días, sin que tuviera que desaparecer en un pavoroso remolino de polvo y viento.

      Sería una novela diferente.

 

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