Pensamientos, ideas, palabras que engulle la arena en el mismo instante en que se han escrito

sábado, 2 de noviembre de 2013

DONDE HABITA EL OLVIDO



Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios. Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista. (Luís Cernuda)



Tomo prestados los versos de Cernuda, quien a su vez se inspiró en Bécquer ("donde habite el olvido, allí estará mi tumba), para hablar de cementerios, de esos lugares que siempre producen en mí sentimientos encontrados, entre temor antiguo, curiosidad, respeto, deseo irrefrenable de pasear leyendo las inscripciones de las lapidas... Y de salir huyendo.
      No me gusta visitar el cementerio en el Día de Difuntos. Ni tan siquiera aquel que guarda grabados en piedra los nombres de los seres queridos que habitan en mi memoria. Me abruman los afanes de gentes colocando margaritas aquejadas de gigantismo-crisantemos-y esas horribles crestas moradas y granates. Me agobian, aunque respeto, los ires y venires de quienes en este día limpian afanosamente el cristal de la foto, la cruz dorada y el mármol que ha soportado estoicamente, sin ayuda, las lluvias del invierno, el polvo del verano. El barro de todo un año.
      Y sin embargo, los cementerios, todos, de cualquier confesión, en cualquier lugar, tienen algo que atrae. Conviven en ellos el más imponente mausoleo  con la tumba sin lápida, sólo de tierra; el mármol suntuoso con el ladrillo proletario.
      He visitado muchos cementerios en distintas partes del mundo. Hay diferentes formas de entender las relaciones con los muertos, de honrarlos, de tenerlos presente. Hace muchos años, en una ciudad de mayoría musulmana, cuando mostré mi extrañeza por encontrar cementerios en pleno centro, rodeados de viviendas, me contestaron :"Ustedes alejan a sus muertos, nosotros, convivimos con ellos". Algo parecido me sucedió al conocer la Ciudad de los Muertos, en El Cairo, donde un número indeterminado de personas, un millón se dice, han levantado sus infraviviendas entre las tumbas, usándolas, con todo respeto, como mesa de comedor y hasta lugar para tender el colchón. En La Ciudad de los Muertos, que puede verse en la fotografía,  hay mercado, y buzón de correos, y hasta se ha habilitado una escuela.
      No hay lugar para el olvido. Tampoco en el cementerio de Colón, en Cuba, con semáforos, paradas de autobuses escolares y plenamente integrado en el centro urbano. Y de una belleza sobrecogedora, en medio del bullicio.
      A estas horas, ya se habrá hecho el silencio en los cementerios. Ha pasado el día de Difuntos y vuelve a reinar el olvido.
      Mientras nuestros muertos siguen habitando en la memoria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario