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sábado, 24 de julio de 2010

ESTRES

Ya sé que es un topicazo, que es un chiste fácil, que habrán oído mil veces en la última semana eso de "¿Cómo va a tener estrés un banco?". La gente normal, la de a pie, pensamos lo mismo, y seguimos sin enterarnos muy bien de las famosas pruebas de estrés depués de haber leído un par de periódicos y ver media docena de telediarios. Bueno, algo sí he pillado. Hemos superado la prueba con buena nota.
¿Y ahora...? Supongo que les darán el alta, que prescribirán un tratamiento de mantenimiento, que podrán volver al trabajo. Qué lío. Me gustaría que alguno de esos sesudos "doctores" explicara, en términos sencillos, el diagnóstico (si de paso nos explicara la enfermedad que han padecido, mejor que mejor); que nos dijeran si nuestras cuatro perras están seguras, que dieran alguna buena nueva a los pequeños empresarios, a los que precisan un crédito tras toda una vida de trabajo, a los que se retrasan en el pago de la hipoteca...
En definitiva, a los que tienen estrés del bueno, del auténtico, del que coquetea con la depresión y la desesperación. Nos alegramos de que nuestros bancos hayan pasado la prueba, de que gocen de buena salud y miren el futuro con esperanza.
Pero paguen una ronda, por favor. Muchos ciudadanos particulares, muchos ahorradores y emprendedores han contribuido a que los bancos y cajas hayan escuchado su diagnóstico con un suspiro de alivio. Y hay que agradecerlo con palabras y con obras.
Es verano, y en esta época, no sé porqué extraña razón, bordeo peligrosamente la raya que separa el estrés del desánimo, los pensamientos negativos, el desengaño, la inquietud por el presente y la incertidumbre por el futuro. Siempre es en verano, en las semanas previas a las vacaciones, y no se cura con la edad (doy fe). Por buscarle explicación racional, supongo que es el agotamiento físico y psíquico, la acumulación de desengaños, la confirmación (una y mil veces), de que no recibes en la proporción que das y la impaciencia ante las vacaciones.
Y el estrés. El de verdad. Me alegro por los bancos. Ahora que saben que están bien, pueden hacer que otros se sientan mejor.
Mientras, esperaremos que pase el verano.

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