Pensamientos, ideas, palabras que engulle la arena en el mismo instante en que se han escrito

lunes, 12 de julio de 2010

DEFENDER LA ALEGRÍA

No soy particularmente amante del fútbol, es más, soy de las que siempre ha opinado que no se puede paralizar un país ni organizar la agenda en función de que haya Champion, partido del siglo, derbis, duelos en la cumbre y demás acontecimientos futboleros.
Pero soy una firme defensora de la alegría por encima de todas las cosas, y después de muchos meses de malas noticias, de caras tristes, he vuelto a ver alegría. Me diréis que es un alivio pasajero, que es un espejismo o una niebla que, cuando se disipe, volverá a mostrar la mueca de tristeza en nuestras caras. Y probablemente tengan razón, pero sigo defendiendo la alegría, aunque sólo sea a destellos, aunque sea visto y no visto. Aunque no dure.
He tomado prestado el título de un de mis poemas favoritos de Mario Benedetti: Defensa de la Alegría. Seguro que con su sentido del humor, con su chispa, con sus letras directas y chispeantes casi musicales, hubiera dado por bien aplicada su obra a la situación que nos ocupa. "Defender la alegría como un principio, defenderla del pasmo y las pesadillas, de los neutrales y de los neutrones, de las dulces infamias y de los graves diágnósticos".
Lo que hemos vivido en estos días en España, con ocasión del mundial de fútbol, ha sido un soplo de aire fresco, un ir y venir de banderas sin preguntarse otra cosa, un torbellino de colores que no significaban nada, ni bueno ni malo. Sólo eran colores.
Y, sobre todo, una conversación distinta a la de los últimos meses, alegría por salir, por juntarse en la calle, por ir a los bares a vociferar (sí, eso he dicho), por pensar en el siguiente partido, por alimentar ilusiones... Por vivir con alegría.
Sé que la realidad sigue ahí, que esto ha sido un paréntesis y que, agazapados entre las sombras y esperando el momento de volver, están la crisis, el paro, el miedo al futuro, la desconfianza...
Pero también está la alegría, animándonos a llamar a su puerta, a defenderla "como un derecho, defenderla de dios y del invierno, de las mayúsculas y de la muerte, de los apellidos y las lástimas del azar, des escándalo y la rutina, de la miseria y de los miserables, de las ausencias transitorias y de las definitivas".
Hoy se mastica alegría. Vamos a defenderla.

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