Pensamientos, ideas, palabras que engulle la arena en el mismo instante en que se han escrito

jueves, 24 de enero de 2019

Desde Macondo. HACER ÁRBOL DE LA LEÑA

Ya sé que el dicho es al revés. Que podemos hacer leña del árbol, partirlo en troncos gruesos o en diminutas astillas; usarlo para hacer suntuosos muebles o humildes cajas de frutas. O simplemente para hacer fuego. Puede ser mil cosas diferentes, pero nunca podrá volver a ser un árbol.
          En estos días hemos escuchado a Jean-Claude Juncker  pedir perdón. Una década después, claro está.  Ha reconocido que  "no fuimos solidarios con Grecia, la insultamos y  la injuriamos”. Y  aplicaron un chantaje a su Gobierno, al que obligaron a aceptar unos recortes sociales sin precedentes que pagó y sigue pagando  la mayoría de su población en pensiones, subsidios de desempleo y servicios sociales. Había que salvarse, a costa de lo que fuera. Salvar el euro, salvar Europa, así, en genérico, sin pararse a pensar en la gente que lo perdía todo, que de un día para otro se quedaba en la calle, sin trabajo y, en muchos casos, sin ninguna razón para vivir, que alguien tendrá que hablar alguna vez de la ola de suicidios.
          Ahora, que no hay marcha atrás, les piden perdón. Ahora, que la leña ya no puede reconvertirse en árbol, y viene esto a cuento de una noticia que leí por aquel entonces, y que me conmovió tan profundamente que tuvo espacio en este blog. El árbol de Platón.  En un crudo invierno, con escasez de todo, con la imposibilidad de comprar combustible para cocinar o calentarse alguien hizo  leña del olivo de Platón, el árbol milenario bajo el cual el filósofo impartía sus enseñanzas a alumnos tan cualificados como Aristóteles. Primero llegó la indignación. Y con la explicación, la tristeza.
          Igual que ahora. Cabrea hasta el infinito que alguien se arrepienta cuando ya da igual, y que no tenga responsabilidad alguna. Y que hasta se sienta orgulloso y mejor persona por haber pedido perdón. Y que siga ahí, de mandamás, como si nada hubiera pasado. Ni en Grecia, ni en España, por ejemplo, también de las más perjudicadas por la terapia de tijera impuesta por Europa.
          No se puede hacer árbol de la leña; no se pueden recuperar, ni en diez ni en cien años edificios históricos que se han derrumbado por falta de mantenimiento, ni las vidas de los que quedaron en la calle, de los que no pudieron comprar medicamentos, ni de los niños mal alimentados, ni de los  desahuciados, ni mucho menos, las de los que decidieron acabar con todo.
          Lo vemos cada día. Nos cuentan que el sistema sanitario quedó tan tocado que no es capaz de cerrar las heridas de los salvajes tijeretazos, y que costará que cierren, por mucho dinero que se invierta. Costará reducir las listas de espera, tras muchos años engordando, y el número de camas, reducidas hasta el mínimo y más allá, y la salud de quienes dejaron de percibir servicios básicos, sumando además el hecho de que la población ha envejecido y tiene más achaques.
          Otro tanto sucede con la educación, y con la cultura, aparcada como la pariente pobre, y con los miles de personas que quedaron en la calle en la edad más difícil para encontrar otro puesto de trabajo.
          Toda esta “leña” no podrá volver a ser árbol, y alguien debería pedir perdón también aquí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario