Aturullados como estamos entre
investiduras y despropósitos varios, tertulias, reuniones, encuentros y
desencuentros y demás ingredientes de este gazpacho atípico de verano que nos
han montado, no hemos caído en que, con el final de las vacaciones, el inicio
del curso escolar y el judicial (el político no, que no hemos aprobado y
repetimos), vuelven a escena, como si no pasara nada, los fascículos
coleccionables.
Ya
sé que son un clásico de septiembre, pero como todo está siendo tan raro… El
caso es que entre las caras de Rajoy y de Sánchez, de Rivera y hasta el
exministro Soria, se han colado unas cuantas colecciones. Como siempre en estas
fechas. Aún no son demasiadas, o yo no las he visto, pero haberlas, haylas.
Por el
momento, ya he apuntado la del Seat Seiscientos por piezas, que promete dejar
en la vitrina, para la posteridad, una maqueta monísima. Para los nostálgicos. Y hay también abanicos, que falta nos hacen
con estos calores, y los de
manualidades varias, destacando, por supuesto, los punto de cruz,
con toda clase de plantillas, modelos e hilos de colores. Vuelve la casa de muñecas, y una colección de
Mitología Clásica, con un enorme Hércules en la portada.
Y aunque no
lo creáis, también hay polémica en las colecciones, que una importante
editorial ha tenido que modificar la suya, con figuritas de Playmobil incluidas,
porque en 'La
Aventura de la Historia' no incluía ninguna
mujer. La presión de las redes sociales y hasta del Gobierno Valenciano les ha
ablandado el corazón, y entre los 60 clicks van a incluir
alguno como Nefertari, Hipatia de Alejandría, Juana de Arco, la reina Victoria,
o Marie Curie.
En fin, que empieza la temporada, y otro año
más que no me decido, que tengo que decir con vergüenza eso de "yo nunca
he coleccionado nada". Ni cromos, ni recortables de muñecas, ni chapas, ni
canicas ni conchas de la playa. Ni tan siquiera las películas o libros que
vienen con el periódico que compro a diario. Siempre sucumbo a la cara de
circunstancias del kiosquero que me pide el cupón para un cliente de toda la
vida (como si yo fuera de anteayer). Y sigo sin colecciones e imaginando con
envidia cómo debe ser eso de esperar al lunes para que te den el próximo
abanico o el cañón del barco o la chaisse longue de la casita de muñecas o el
hilo rojo de seda para hacer un angelote de petit point.
Mientras me
decido, colecciono sonrisas, experiencias, amigos, sensaciones, ilusiones,
esperanzas... No lucen en las vitrinas, es verdad, pero ocupan su lugar en mi
vida. Y no acaban con el final del curso.
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