Aunque no lo parezca, que el título ya
pone en guardia, esto va de Ferias. Aunque hay que fastidiarse, que ni con ocasión
de un evento festivo podemos librarnos de la maldita economía (macro y micro)
que se ha adueñado de nuestro ser. Pienso en la Feria y la imagen que me
devuelve el pensamiento no es la de las tómbolas, los chiringuitos, la noria o
el tren de la bruja. Ni apelando a la
gula, ya sabéis, cervecitas, pinchos morunos, montaditos de lomo o chocolate
con churros, consigo tener cuerpo de jota.
Y es que me
ha dado por pensar en el “titular” de la Feria de Talavera, en San Mateo, que
se me representa como un avieso banquero, como un siniestro cobrador del frac
con un enorme saco en el que va echando nuestros dineros, nuestra alegría y
nuestras ganas de diversión.
San Mateo. Mira que hay nombres en
el Santoral y advocaciones a las que encomendarnos. No es que yo conozca muchos
santos, pero seguro que hay unos cuantos más dicharacheros y más adecuado para
apadrinar una feria, especialmente en estos momentos, que el susodicho, que
tenía como oficio recaudar impuestos y que, por tanto, era odiado y temido a
partes iguales. Eso sí, hasta que Jesús lo llamó a su vera y vio la luz.
Dice su biografía, que me la he
leído, que los publicanos o recaudadores de impuestos se enriquecían
fácilmente, y que al que nos ocupa, a Mateo, le atraía la idea de hacerse rico
prontamente, apretando las tuercas a los pobres ciudadanos e insensible a su
sufrimiento y a las penurias a las que los condenaba por su voracidad
recaudatoria. ¿A que os suena?
En fin, a diferencia de todos en los
que estáis pensando, éste se hizo bueno, lo elevaron a los altares y le
pusieron su nombre a unas cuantas ferias, entre ellas, a la de Talavera. Y en
esas estamos, intentando pensar en el buen hombre y olvidando todo lo demás,
aunque sea labor de titanes.
Pero a ver quién es la guapa que
puede abstraerse, en pleno auge del precariado, de noticias sobre corrupciones
y enriquecimientos ilícitos varios, mientras os afanamos en subir la cuesta de
septiembre, en arreglar algún excesillo de verano y en proveer para el largo
invierno…
En fin, habrá que honrar a San Mateo. Igual intercede para que
sus “colegas” del tiempo presente también abandonen la senda del mal y se
reciclen en hombres buenos, piadosos, compasivos, comprometidos con los que
menos tienen, luchadores contra la codicia y la explotación del débil.
Felices Ferias.
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