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miércoles, 23 de septiembre de 2015

Desde Macondo.- PASAPORTE A LA FAMA

Guardo como un tesoro mis pasaportes caducados, y de cuando en cuando los reviso para ver si todo está en su sitio, para recordar lugares, fechas, situaciones… Sólo con ver los sellos de entrada o salida de tal o cual país, me vienen a la memoria un montón de momentos, de olores, de imágenes y de sensaciones.
          El pasaporte es como una separata, un apéndice del libro de mi vida, es el recuerdo perenne de que hay otros mundos, y he tenido el privilegio de visitarlos, de conocerlos, de absorber por todos mis poros cuanto de bueno podían ofrecerme.
          Por eso me indigna sobremanera la “guerra de pasaportes” que han emprendido los dirigentes políticos con motivo de las elecciones catalanas. Europeo, español, catalán… A ninguno le importa un pimiento como se llame o a qué lugar de acceso, salvo que el lugar sea la fama, entendiendo por fama su particular provecho en forma de escaño, gobierno o triunfo de su partido.
           Si patético fue el lío que se organizó el presidente en una entrevista de radio con las tres “nacionalidades”, no es menos bochornoso lo que sucede en el banco de enfrente, prometiendo pasaporte al paraíso directamente. Por no hablar de los avisos de aislamiento que el Gobierno (Rajoy) está sacando con fórceps a todo líder mundial que se ponga en su camino. Incluído Dios, que algún arzobispo ha convocado vigilia de oración para que España no se rompa y no haga falta tener más de un pasaporte.
           Me sonroja escuchar a unos y a otros tirarse el territorio, (con lo que contiene, que es la gente), a la cara, por unos intereses que poco o nada tienen que ver con la búsqueda del bienestar de los ciudadanos. Me avergüenza que nadie, ni los soberanistos ni los españolistos, estén hablando de sanidad, de educación, de trabajo, de pobreza, que la hay, de futuro, que cada vez se ve más imperfecto, y que se dediquen a mirar quien tiene más sellos en los pasaportes. Quien gana, aunque perdamos todos.
          Y me parece tan absurdo que mientras todos los indicadores hablan del asentamiento del trabajo precario, de trabajos que no dan para vivir, de ancianos que mantienen con su pensión a hijos y nietos, de cientos de miles de parados sin prestación alguna, estemos discutiendo de pasaportes…
           En un par de días habrá acabado este capítulo, que no la historia. Y no me veo añadiendo un  nuevo sello al pasaporte.

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